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No, nada había cambiado en sus proyectos para el porvenir. Eva se volvería a América y él a alguna guarnición lejana. Probablemente no se verían más; él envejecería solitario como la tía Liette: ella se casaría con algún brillante noble o con algún rey del país de los dólares... No era esta una agradable perspectiva, y, sin embargo, era feliz. «El corazón tiene razones que la razón no conoce

No podrían lucirse tanto de telón adentro; pero se divertirían de fijo; verían cosas muy agradables, muy nuevas, y hasta podrían coquetear con los cantantes, algunos de los cuales, como Minghetti, eran muy guapos y simpáticos.

¡Mardita sea! Pero lo que yo digo: ¡si esto es pior que la Inquisisión! ¡Si esta pobre mujer quié ver a su marío! Don Carmelo intentó disuadir a la familia. Al día siguiente verían al enfermo... si es que estaba mejor. Por el momento era imposible. Les infundió tranquilidad y confianza, acostumbrado como estaba al trato de la muchedumbre emigrante.

Ya verían cuando entrara por aquellas puertas, con la gran noticia: ¡el número tantos, su número, con tantos miles de miles de premio! ¡o en tal venta de acciones, han resultado cuántos millones de ganancia! todo así, de la noche a la mañana. Hacerse rico de otro modo, no tiene gracia.

Pero si le abrieran, verían que la mujer soltera es más generosamente tratada que la que se encuentra bajo la potencia del marido. La primera goza de todos sus derechos en cuanto es mayor de edad; la segunda es una eterna menor. Pero dije cautivada por la demostración; entonces usted cree... Sin duda, sin duda replicó el cura.

Prometióles que compondria un libro de filosofía escrito de letra muy menuda para su uso, y que en él verian el porque de todas las cosas; y con efecto ántes de irse les dió el prometido libro, que lleváron á la academia de ciencias de Paris. Mas quando le abrió el secretario, se halló con que estaba todo en blanco, y dixo: ha, ya me lo presumia yo. Fin de la historia de Micromegas.

Gentes del otro hemisferio ojeaban impacientes el horizonte, creyendo ver asomar a ras del agua la famosa Cruz del Sur... No se distinguía aún; pero dentro de cuatro o cinco días la verían elevarse majestuosa en el firmamento. Y muchos parecían entusiasmados con esta esperanza, como si al contemplar la constelación admirada desde su niñez se creyesen ya en sus casas. La noche era calurosa.

Se oyó una espontánea carcajada. Pacita la había soltado. Su mamá se mordió los labios de ira y encargó a la hija que tenía más cerca que hiciese presente a la otra, para que a su vez lo comunicase a la menor, que era una desvergonzada y que en llegando a casa se verían las caras.

Paréceme, señor de Armagnac, que nuestros amigos de Aquitania no verían con malos ojos la derrota de los campeones ingleses. Bien pudiera ser, príncipe, como no dudo que en iguales circunstancias el pueblo de Londres ó Windsor favorecería ó aclamaría á sus compatriotas.

Hay unas máquinas con cilindros, lo mismo que rotativas de periódicos; sólo que en vez de largar pliegos impresos, sueltan camisas, sueltan pantalones, sueltan sábanas, montañas de ropa blanca, como sólo se verían si desalojasen de golpe toda una calle de tiendas... El planchado aún es más interesante.