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Y esto en su casa, donde el interés no era rosca que asfixiaba al deudor; donde había prórrogas para los apuros, y eran los préstamos favores de amigo más que negocios de prestamista inexorable. ¡Qué no sucedería, qué llagas no se verían al descubierto en los antros de la usura, a donde se acude en los grandes ahogos, y se pactan, a trueque de salir de ellos, los mayores saqueos y pillajes?

Si alguna muger tenia la desgracia de malparir, sus deudos y todos los habitantes de la aldea conspiraban cruelmente contra la infeliz para arrojarla al rio, y ahogarla sin misericordia, persuadidos de que si así no lo hacian, se verian todos ellos atacados de disenteria: por lo tanto, la pobre muger, á quien tal accidente llegaba á suceder, se veia en la precision de ponerse inmediatamente en salvo, yendo á buscar en otra parte la conservacion de una existencia amagada por sus mismos parientes.

Había creído observar desde hacía algún tiempo que el matrimonio de los inválidos guardaba grandes deferencias y una simpatía por extremo afectuosa hacia el marquesito. Y de ello dedujo que no verían con malos ojos que se rompiesen sus relaciones con Clara y que ésta las anudase con aquél.

Y como les dijese unas veces que era el sol, y á otros en otras partes decia que era la luna, y á otros que era su Dios y Hacedor, é á otros que era su lumbre que los calentaba y alumbraba, é que ansí lo verian en los volcanes de Arequipa ; en otras partes decia que era el Señor que habia dado el ser al mundo, y que se llamaba Pachacama, que dice, Dador de ser al mundo; y ansí los traya, como tengo dicho, engañados y ciegos.

Como después del casamiento de Obdulia y Antoñito habían sido vendidas las camas de estos, surgió un conflicto de instalación doméstica, que Nina resolvió proponiendo armar su cama en el cuartito del comedor, para colocar en ella al pobre enfermo. Ella dormiría en un jergón sobre la estera, y ya verían, ya verían si era posible arrancar al cuitado viejo de las uñas de la muerte.

Cuando quisiera algo de él, mientras estuviese en la fundición, podía darle sus órdenes por teléfono. Ya se verían, si Sánchez Morueta visitaba los altos hornos; y si su principal no iba por allá, pasaría él por el escritorio antes de marcharse. Sánchez Morueta nada dijo ante un deseo tan claro de evitar toda visita al palacio de Las Arenas. Adiós, hijo mío... Hasta la vista.

Los papanatas asombrábanse ante las casacas blancas y las cruces rojas de los caballeros de las órdenes militares, honrados y pacíficos señores, panzudos los más de ellos, que hacían pensar en el aprieto en que se verían si por un misterioso retroceso de los tiempos tuvieran que montar a caballo para combatir a la morisma infiel. La muchedumbre permanecía embobada.

Pues nosotras sabemos dónde estuvo usted hace media hora.... ¡Ah! No es difícil saberlo. Acabo de llegar, y ustedes me verían salir de casa.. ¿Oyes, Tere? ¡De... casa! Pues de allá salí hace una hora. ¿Conque de casa, eh? murmuró la morena. ¡De casa! Se miraron discretamente, y sonrieron.

Mañana a estas horas, con las nuevas impresiones de tierra, tal vez nos habremos olvidado de él. Acostumbrados los dos a la existencia de a bordo, experimentaron cierta tristeza al pensar que no verían más estos lugares, en los que habían transcurrido quince días de su vida, equivalentes a quince meses por sus largos tedios y sus rápidos sucesos.

252 Les tiene el hombre cariño y siempre con alegría ve salir las tres marías; que si llueve, cuanto escampa, las estrellas son la guía que el gaucho tiene en la pampa. 253 Aquí no valen dotores, sólo vale la esperiencia; aquí verían su inocencia ésos que todo lo saben, porque esto tiene otra llave y el gaucho tiene su cencia.