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Sólo el sacristanejo empezó a jurar por vida de las vísperas solemnes, introibo y Chiries, que era sátira contra él, por lo que decía de los ciegos, y que él sabía mejor lo que había de hacer que nadie. Y últimamente dijo: -Hombre soy yo que he estado en un aposento con Liñán, y he comido más de dos veces con Espinel.

Lo que es amplísimo en la metafísica de Tofail y de Hay es el limbo. La inmensa mayoría de seres humanos jamás eleva a Dios el pensamiento. Son como ciegos a nativitate, y como no han columbrado la luz divina, no se atormentan por verla ni por gozarla y caen en el limbo y quedan sin pena ni gloria.

Muchos militares... Grandes partidas de dominó y de billar. Cuestiones de honor. Toros. Juergas. Broncas. Nubes de limpiabotas, de vendedoras de décimos de la Lotería, de gitanas que dicen la buenaventura, de músicos ambulantes, de ciegos, de cojos, de paralíticos... Indudablemente, España no ha cambiado. Y es posible que nosotros mismos no hayamos cambiado tampoco.

54 Esta también el la segunda señal que Jesús hizo, cuando vino de Judea a Galilea. 1 Después de estas cosas, había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 3 En éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el movimiento del agua.

27 Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David. Ellos dicen: , Señor. 29 Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. 31 Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda aquella tierra.

18 Y: Cualquiera que jurare por el altar, es nada; mas cualquiera que jurare por el presente que está sobre él, deudor es. 19 ¡Insensatos y ciegos! Porque, ¿cuál es mayor, el presente, o el altar que santifica al presente? 20 Pues el que jurare por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jurare por el Templo, jura por él, y por Aquel que habita en él;

Ojeda hablaba con cierta emoción del último viaje del nauta, siempre en busca del oro que huía ante él; viaje de trágico dolor, en plena ancianidad, con una pierna ulcerada, los ojos casi ciegos, teniendo a su lado al hijo pequeño, pobre infante que cree haber arrastrado a la muerte.

Ya habían cesado de bailar los más resistentes y ellos seguían valsando, y aun no contentos con esto, aceleraban el compás en medio de su vértigo sin ver ni oír ya nada, ciegos de amor y ebrios de dicha. Las luces, los convidados, el salón, todo les parecía que rodaba en torno suyo.

Al pensar en esto, se hizo más cruel su sufrimiento, y Ben-Tovit empezó a balancear furiosamente la cabeza y a lanzar gritos. Cuentan que curaba a los ciegos dijo su mujer, que no se apartaba de la barandilla ni dejaba de mirar abajo. Y tiró una piedrecita al sitio por donde pasaba Jesús, que avanzaba lentamente, medio muerto ya a latigazos.

»Pues cate usted ahí, que de repente, y sin que nadie se lo mandase, suenan a la par más de mil instrumentos, trompetas, pitos y unos violines tamaños como confesonarios, que se tocaban para abajo. ¡María Santísima, y qué atolondro!, yo di una encogida que fue floja en gracia de Dios. Pero ¿de dónde salió tanto músico? preguntó su madre. ¿Qué yo?, habría leva de ciegos por toda España.