United States or New Zealand ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y Atilio, que buscaba las ocasiones de estar cerca de ella en el Casino, ó exageraba la belleza de ciertos lugares para inducirla á paseos solitarios, huía apresuradamente ante estas palabras, en las que adivinaba un insulto. Luego, al verse en Villa-Sirena, su amorosa sumisión se convertía en hostilidad para los demás.

Paco le había saludado de lejos, deprisa y mal, porque en aquel momento huía con la petaca de Quintanar a esconderla en la huerta, seguido de Edelmira, su más rolliza y vivaracha y colorada prima. Es loco ese chico, cuando se pone a enredar dijo Bermúdez disculpando a su pariente, y como recibiendo en calidad de deudo de los marqueses al señor Magistral.

El cielo tomaba sobre sus cabezas una penumbra lívida de ocaso. Monstruos horribles y disformes aleteaban en espiral sobre la furiosa razzia, como una escolta repugnante. La pobre humanidad, loca de miedo, huía en todas direcciones al escuchar el galope de la Peste, la Guerra, el Hambre y la Muerte.

En el acto me abalancé a salvarla, mientras el criminal huía, pero ¡ay! era demasiado tarde, porque vi espantado, al escudriñar ansiosamente la obscuridad de aquel abismo, que la masa flotante de hielo la había cubierto, y había desaparecido completamente de la vista.

Sentía en el corazón un vacío doloroso; una hambre aguda, permítaseme esta frase, vacío que sólo ella podía llenar, hambre que sólo ella podía extinguir. Nunca mi voluntad luchó tan poderosamente contra una dificultad que casi tenía para el carácter de un imposible. Amparo huía del mundo y se encerraba con la desesperación de su misterioso amor en un convento.

Antiguamente se jugaba en todas partes, en trastiendas, talleres, boticas, mentideros, y hasta en la Plaza, durante la segunda quincena de Diciembre. Al anuncio de las «rifas» se regocijaban mis paisanos, y huía de Villaverde la budística tristeza que de ordinario la consume.

Quiso acercarse a su víctima, pero ésta huía arrastrándose por el sucio aposento donde estaban colocados, como en anaquelería de tienda, los nidos de los pichones. ¡Válgate Dios! Le he roto una pata exclamó con voz temblorosa el hombre.

¿Para qué seguir en esta tierra? ¿Qué esperanza le retenía?... Margalida, como si resultase superior a sus fuerzas la sorpresa experimentada al conocer su amor, huía de él, se ocultaba silenciosa, sólo sabía llorar, y las lágrimas no eran una respuesta.

Yendo en tan buena compañía, sus enemigos fingían no conocerle. Hasta algunas veces había visto de lejos á Pimentó, que paseaba por la huerta como bandera de venganza su cabeza entrapajada, y el valentón, á pesar de que estaba repuesto del golpe, huía, temiendo el encuentro tal vez más que Batiste.

Pero huía de ella, acogíase a la piedad, y visitaba con celo apostólico y ardiente caridad las moradas miserables de los pobres hacinados en pocilgas y cuevas; llevaba el consuelo de la religión para el espíritu y la limosna para el cuerpo; solían acompañarla doña Petronila Rianzares o alguna otra dama de su cónclave; pero también iba sola.