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Pero yo estaba furiosa al ver que si me trataba usted tan bien era por descargo de su conciencia. Después, sin quererlo, pensaba en la otra que le esperaba en París. Además temía adquirir una dulce costumbre de dicha y de amor que la muerte vendría a romper. Y por último ¡estaba tan enferma y sufría tan cruelmente!

El órgano había callado. Levanté la frente, y quise huir..... Pero ya era de noche, y las tinieblas me rodeaban. Llegó en esto mi amigo, y me sacó de la Catedral. Una furiosa tormenta estaba descargando sobre Toledo..... Pero se acercaba la hora de partida del tren, y tuvimos que salir á escape entre la granizada y el huracán, como almas que se lleva el diablo.

Junto á la puerta de la barraca estaba la esposa, rodeada de los pequeños, esperando impaciente, por ser ya pasada la hora de comer. Batiste miró sus campos, y toda la rabia sufrida una hora antes ante el Tribunal de las Aguas volvió de golpe, como una oleada furiosa, á invadir su cerebro. Su trigo sufría sed. No había mas que verlo.

Otro que no fuese Salabert hubiese dado un brinco al oir semejante atrocidad. El no hizo más que abrir los ojos repentinamente, para dejar caer los párpados otra vez quedando en la misma actitud soñolienta. No me parece mal. ¿De modo que puedo ir? ¡Ya lo creo que puedes ir! Lo que no podrás será entrar. ¿Pues? exclamó ya encrespada la bella. Porque no te recibirían. Amparo se levantó furiosa.

Doña Paula contestaba que su hijo había salido a las siete, en coche, en cuanto había recibido aviso, que había ido derecho a casa de Guimarán. Pero como no llegaba, se repetían los recados. Doña Paula estaba furiosa. ¿Qué era de su hijo? ¿Qué nueva locura era aquella?

Además, en la calle de la Escalinata creo que ha habido ayer otra reunión por el estilo. Oír esto García y perder la razón fue todo uno. Y en su locura furiosa comenzó a desbarrar de un modo lamentable. Lo mejor que se le ocurrió para contrarrestar la obra tenebrosa de aquella vil canalla fue ir a visitar al inspector de policía del distrito y prevenirle de tales focos de conspiración.

A todas sus razones contestaba: «Pues yo me hubiera presentado al coronel, y si no me hacían justicia me escaparía del colegioVamos, no te pongas tan furiosa, Marta, que ya ha pasado. Así se hacen los hombres sufridos. Voy a narrarte ahora una cosa que me sucedió con el coronel. Después que salí a teniente...

Acababan de arrojar sobre él uno de aquellos cables de platino de los cuales no podía defenderse. Pero echó atrás la cabeza, y el brillante hilo pasó sin tocarle, retorciéndose y doblando su extremo hacia arriba, como una serpiente furiosa.

Derrumbáronse á puntapiés las bóvedas de cañas por las cuales trepaban las verdes hebras de las judías tiernas y los guisantes; cayeron las habas partidas por la furiosa hoz, y las filas de lechugas y coles saltaron á distancia á impulsos del agudo acero, como cabezas cortadas, esparciendo en torno su cabellera de hojas.... ¡Nadie se aprovecharía de su trabajo!

Pero éstas no volvían tan rápidamente como era de desear, dado que los cogollos y gusanos de tacuara son tardos fortificantes. Y durante veinte horas la lluvia transformó al Paraná en aceite blanco, y al Paranaí en furiosa avenida. Todo imposible. Podeley se incorporó de pronto chorreando agua, apoyándose en el revólver para levantarse, y apuntó. Volaba de fiebre. ¡Pasá, añá!...