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Actualizado: 22 de junio de 2025
Encima de mi cabeza la vela se agitaba furiosa, como loca; las garruchas chirriaban, el mar se cortaba debajo de la punta aguda de lespolón, y cuchicheaba y parecía entretenerse en contar algo. A veces, la ola entraba sobre cubierta y me calaba por completo.
Si persiste, tú te vienes conmigo y él que se vaya al infierno. Estaba furiosa. Su hija, aunque quisiera poner reparos a esto de la separación, pues adoraba a su infiel marido, no se atrevió. Bajó sumisa la cabeza. Cuando llegó el momento de marchar, Pepa se dirigió a su yerno: Emilio, haz el favor de acompañarme. Deseo hablar contigo. "¡Malo!" dijo para sí el joven. ¿E Irene? Que vaya sola.
Y se alejó con alegre cantoneo, gozoso por la seguridad de que había caído trabajo. Cuando el doctor fué á entrar en su casa todavía se vió detenido por un hombre que le esperaba sentado junto á la puerta. La vieja Catalina le llamaba furiosa desde adentro. ¡Qué está frío el desayuno!... ¡Qué no cogerá usted el tren!
Justina, hija de una mártir cristiana, es elegida para este objeto, y para ser también la segunda víctima del infernal corruptor. El plan se pone al punto en ejecución. Floro y Lelio, dos jóvenes enamorados ciegamente de Justina, pero no correspondidos por ella, invocan la mediación de Cipriano. Este accede á sus ruegos, pero siente en seguida una pasión furiosa por la bella cristiana.
Y otra vez pasó por delante de él furiosa, echando hacia fuera los brazos desde los codos abajo, como si se librase así de vínculos imaginarios, y, penetrando en su cuarto, cerró la puerta y dio vuelta a la llave con violencia.
Mira, Medea: es el hijo de mi pobre hermano, lleva mi apellido como tú, no tenemos hijos... ¿Qué cosa más natural que lo hagamos nuestro hijo, que lo eduquemos conforme a nuestros medios? ¡Ca! No me muelas la paciencia, Ramón, no me impacientes contestaba mi tía Medea furiosa. ¡Yo no necesito de tu nombre para nada! ¡Guárdatelo, que para nada me sirve!
¡Sí te consta, y si no lo confiesas es porque eres un traidor como él! exclamó con furiosa exaltación. ¡Tristán! dijo García levantándose. ¡Un traidor peor que él, porque él no me debe nada y tú si! gritó aún con mayor exaltación agarrándose con manos crispadas a la mesa para alzarse. Me estás insultando sin motivo y en tu propia casa profirió el pobre joven pálido ya como la cera.
Al lado de la alcoba hay una piececita con un estante de libros y un piano; aquel es mi salón, y un poco más lejos otra pieza más grande en la que duerme doña Polidora. Le respondo a usted de que estoy bien guardada, pues la buena señora no me mima, furiosa como está por el ascendiente que voy tomando en la casa.
Ya se acerca..., ya cae sobre Perucho..., sus garras se hincan en las carnes del rapaz, su cuerpo descomunal le cae encima lo mismo que una roca inmensa.... El chiquillo abre los ojos.... Sofocada y furiosa, vociferando, moliéndolo a su sabor a pescozones y cachetes, arrancándole el rizado pelo y pateándolo, estaba el ama, más enorme, más brutal que nunca.
Una mujer como usted no se resigna al abandono ni á que la engañen con viejas como la Deverrière y la Tresorier, ó con mujerzuelas, como... Le interrumpí furiosa: Aunque Jacobo fuera mil veces más infiel, no le engañaría con usted. Con otro, puede... ¡Sí! Si supiera que eso le hacía á usted sufrir, acaso...
Palabra del Dia
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