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Aunque ya no se oían los gritos de los arfakis, siguieron corriendo durante una hora, internándose cada vez más en la tenebrosa selva. Detuviéronse a descansar en medio de un matorral de plantas trepadoras. ¿Crees que nos seguirán tus enemigos? preguntó Horn al papú. Están amedrentados por las armas de fuego contestó el interpelado. ¿Y qué has hecho? ¿De dónde vienes? ¿Quién eres?

Al bajar las primeras escaleras, no pude menos de decir sorprendido á mi compañera: ¿Así te vienes? Estaba tan atribulada y tan soberbia, tan españolamente soberbia, que se habia dejado el sombrero en una percha del comedor. A las siete subiamos las espaciosas escaleras del café la Francia musical, entre vistosos jarrones de flores y grandes espejos que nos retratan á uno y otro lado.

Esta vez, cuando la nave hizo su parada definitiva en el patio, hubo una aclamación general. El Doctrino abrazó á sus amigos. ¡Javier! ¡Lázaro! Y se abrazaron con efusión. Después de los monosílabos de alegría y sorpresa, el segundo dijo al primero: ¿ en Madrid? ... al fin! ¿Vienes de Ateca? . Bien.

47 Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él muchas personas con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo. 48 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, aquel es; prendedle. 49 Y luego que llegó a Jesús, dijo: Hallas gozo, Maestro. Y le besó. 50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?

Yo soy indulgente, soy hombre, en una palabra, y que decir humanidad es lo mismo que decir debilidad... Pues vienes y me lo cuentas a , en mis barbas; nada de tapujos... ¿Creerás que voy a venir con un revólver para pegarte un tirito y pegarme yo otro?... ¡Valiente asno sería si lo hiciera! No.

¿A lo del otro día?... Pues hijo, no me acuerdo. ¡Me buscan tantos!... Pero de pronto, el doctor pareció recordar, y una sonrisa maliciosa animó su rostro. ¡Ah, ! Ya me acuerdo: vienes á lo del practicante. eres el marido de esa... Bien ¿y qué? Quiero que usted arregle eso, don Luis continuó el gigantón con energía; ó lo arregla usted que es tan bueno ó doy el gran escándalo.

Mucho ojo, niña... Se me figura que si tu hermanita no te manda con qué vivir, lo que es con el trapo nuevo te comerás los codos de hambre... ¿Y vienes a sonsacarnos para que seamos tus parroquianos? Chica, por Dios, toca, toca a otra puerta... Tu industria es la ruina de las familias y el noviciado de San Bernardino.

Cenamos y nos dieron las tres de la mañana. En todo el club no se hablaba de otra cosa que de la boda, y, como era natural, la crítica se recreaba en morder el argumento por todas sus faces. ¿Vienes a casa? me dijo don Benito; tu cuarto está pronto. Acepté. A las cuatro de la mañana entrábamos en la casa de mi viejo amigo. Charlamos largo rato y en medio de la charla de don Benito, me adormecí.

En No hay burlas con el amor, dice uno, que ha de esconderse: Es comedia de Don Pedro Calderón, donde ha de haber, Por fuerza, amante escondido, Ó rebozada mujer. En Bien vengas, mal, si vienes solo, dice también: Que debe de ser comedia, Sin duda, ésta de Don Pedro Calderón, que hermano ó padre Siempre vienen á mal tiempo.

Los pocos que se emancipan han de estar sobre las armas, dando y recibiendo golpes. ¡Y vienes con esa pachorra inglesa hablándome de libertad y de respeto á todas las creencias!... Eso puede ser en otros países; podrá ser aquí, cuando exista esa España nueva, cuyo nacimiento se aguarda hace cerca de un siglo, que saca la cabeza y luego se oculta, sin decidirse á salir por completo de las entrañas de la Historia.