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¿A que la hago? ¿A que no te vienes conmigo a San Ginés? A que . Levantose para tirar de la campanilla. «Necesito verlo para creerlo dijo Guillermina, echando de sus ojos chispazos de alegría . Deja, yo llamaré a Tomás. El pobre chico no se habrá levantado todavía». Creo que ... ¡Tom!... Yo te haré el ... Vamos, vete vistiendo.

Hullin, por su parte, no vio en él mas que un loco, y poniéndole suavemente la mano en el hombro le dijo irónicamente: ¡Salud, Yégof! ¡Vienes sin duda a prestarnos el socorro de tu brazo invencible y de tus innumerables ejércitos! El loco, sin revelar la menor sorpresa, respondió: Eso depende de ti, Hullin; tu suerte y la de toda esta gente pende de tus manos.

Porque tan callado, tan sombrío, no vienes a que te trabajo, ni dinero, sino un buen consejo, que valga millones. Oye bien. Si quieres trabajar, trabaja; si no quieres trabajar, no trabajes. En este mundo, el que más trabaja tiene probabilidades de morirse de hambre, si no viene en su ayuda la lotería o alguna herencia.

Hoy que vienes en ocasión muy oportuna. Por lo tanto, siéntate y dime qué asunto es ese que hace que vengas tan serio, tan estirado y tan correcto.

Los dos, estrechándose las manos, se alejaron por el claustro. ¿Cuándo has venido...? Pero ¿en dónde has estado...? ¿Qué vida es la tuya? ¿A qué vienes? El Vara de palo expresaba su sorpresa con incesantes preguntas, sin dar tiempo a que su hermano las contestase.

Llaman, miras, y vienes y me dices: 'Señorita, es un hombre o una mujer de estas y estas señas'. Conque fíjate bien en lo que te mando. Tu tía te habrá hecho la misma recomendación. Si no nos obedeces, ¿sabes lo que hacemos? Pues cogerte y mandarte a la cárcel. Y no creas que te van a sacar: allí te estarás lo menos, lo menos, tres años y medio». La chica cumplía estas órdenes al pie de la letra.

Dinos presto a lo que vienes, o qué es aquello de que más gustas; que, por saber yo que los pensamientos de Grisóstomo jamás dejaron de obedecerte en vida, haré que, aun él muerto, te obedezcan los de todos aquellos que se llamaron sus amigos.

1 Y aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días en Siclag; 2 y al tercer día aconteció, que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra, y adoró. 3 Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Heme escapado del campamento de Israel.

¡Arrastrao! dijo la maja cuadrándose y moviendo la cabeza ¿tengo yo cara de cabrona? ¿Te paece que por una cara de escoba como esta voy yo á consentir?... ¡Calla! exclamó el otro ó te ejo sin piernas. Mira, Juan Mortaja, que voy á sacarle los ojos á esta rabuja si ahora mesmo no vienes conmigo. ¿Le parece á usted que á una mujer como yo se la...? Juan Mortaja, cuando igo que vamos á tener que....

Y metiéndose la uña del pulgar entre los dientes, tiraba con fuerza, produciendo un chasquido. De seguro que ella es la que te envía aquí. No, tío; puede usted creerme. Vengo por mi propia voluntad. Pues entonces dijo sonriendo el ladino viejo es que ella te ha pedido a ti el dinero, y vienes a ver si lo saco yo. Enrojecióse el rostro de Juanito al ver que su tío adivinaba en parte la verdad.