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Mi opresión aumentaba, y me parecía que marchaba hacia mi destino, casi hacia mi desgracia... Si me hubiera atrevido, me hubiera escapado... Por fin, se abre la puerta del salón y... ¿qué veo? Delante de la ventana, ocupados en mirar fotografías, estaban la de Ribert y un joven rubio... alto... delgado... de ojos azules... Es el señor Baltet, estoy segura...

Tristán el arquero. , se ha ido, dijo Roger. ¿Y no volverá? No. ¡De buena ha escapado! exclamó el hombrecillo dando un suspiro de satisfacción. ¡Cobarde! ¡Atreverse conmigo y huir! ¡Ah, de haberme esperado hubiera hecho con él un escarmiento, como hay Dios, para ejemplo de pícaros!

Había en el campo de los Turcos veinte mil infantes, y diez mil caballos, y la mayor parte de ellos eran de los que habian escapado de las rotas pasadas. Tendióse su caballería por el lado izquierdo, y la infantería por el derecho la vuelta del campo Cristiano. Opusose Roger con su caballería á la del enemigo, que por la frente y costado cerró con la nuestra.

El albéitar reconoció al herido y recetó un bálsamo. Al levantar una de las veces la cabeza y reconocer a sus compañeros de viaje preguntó con semblante risueño: ¡Hola, camarás! ¿están ustedes por aquí? ¿Quieren explicarme por qué han escapado de hace poco, como si fuese del diablo? Los fisiólogos se pusieron colorados. No escapamos balbuceó Sánchez, es que teníamos prisa de llegar al pueblo.

Aguardó un rato en espantosa lucha, hasta que le asaltaron ideas alarmantes como esta: «Si ahora baja y me ve aquí...». Y salió escapado por la calle adelante sin atreverse ni a mirar hacia atrás. La tentativa del tercer día no tuvo mejor éxito, y aburrido al fin y desconcertado, resolvió expresarse con su mujer por medio de una carta.

No tal; ¡si yo comprendo los sentimientos de aquella señora! contestó Catalina con resolución. Pues entonces, ¿cómo se han escapado ustedes? preguntó Príncipe gravemente. Por la ventana. Cuando Príncipe hubo dejado a Carolina en brazos de su madrastra, volvió a la sala. ¿Y bien? preguntó Catalina. Se queda; también espero que esta noche nos dispensará el honor de quedarse con nosotros.

La niña dejó caer la sábana que tenía en las manos y exclamó con estupor: ¿Se ha escapado? , señorita; al pasar ahora por la galería, voy a mirar a la jaula y me encuentro la puerta abierta y que el pájaro no está allí. ¡Vamos allá, vamos allá! Y todos corrieron en tropel a la galería. En efecto, el Menino se había fugado.

¡Eh!, ¡eh! ¡Eduardito!... Detúvose un instante, miró y vino hacia . ¿Dónde va usted tan escapado, hombre de Dios? No lo , don Ceferino me respondió, posando sobre sus ojos vidriosos. ¡Tiene gracia! ¿Y se iba usted como si le faltase medio minuto para llegar a la cita? ¡Oh, si supiera usted, don Ceferino!... ¡Me están pasando unas cosas!... ¡Unas cosas!

Fué a instalarse con Cayé, cuyo espíritu conocía bien, y ambos decidieron escaparse el próximo domingo. Pero al día siguiente, viernes, hubo en el obraje inusitado movimiento. ¡Ahí tenés! gritó el mayordomo, tropezando con Podeley. Anoche se han escapado tres... ¿Eso es lo que te gusta, no? ¡Esos también eran cumplidores! ¡Como vos!

Mucha gente de la que se había escapado de las galeras perdidas y de la que se había quedado por embarcar, se iba cada noche á Sicilia en fragatas y barcos por no tener que comer, que no les daban ración á éstos ni á otros muchos que morían de hambre, y la que daban á los soldados era tan poca. Cuando tuvimos agua nos faltó el pan, y cuando volvió á faltar el agua, lo daban de sobra.