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La generación que se presentó á sucederlos en el cargo que dejaban, considerando, á la primera ojeada, que celebrándose algunas romerías á mucha distancia de la población, era preciso, para volver con el crespúsculo á casa, suspender el baile apenas empezado, ó empezarle con los garbanzos aún entre los dientes; considerando además que para las señoras, rendidas de brincar, era demasiado largo y penoso y hasta peligroso, el camino por las callejas de San Juan y San Pedro, y considerando otras varias circunstancias no menos graves, y, por último, que la gente del buen tono nada tenía que ver con las rosquillas, cazuelas de guisado, perés y otros groseros excesos de las romerías.

»En los tres días primeros nunca Lotario le dijo nada, aunque pudiera, cuando se levantaban los manteles y la gente se iba a comer con mucha priesa, porque así se lo tenía mandado Camila.

La casa se le caía encima. «Empezaba el calor porque don Víctor, en cuestión de temperatura, se regía por el calendario y ya se sabía que él no podía trabajar en su despacho en cuanto el sudor le molestaba; necesitaba el aire libre; mucho paseo, mucha naturaleza».

El gran Comendador de Francia, General de las galeras, á cuyo cargo venían los 1.000 hombres que la Religión daba entre caballeros y soldados, viendo que se atendía solamente á la fortificación de la fuerza, sin tratarse más de ir á Trípol, que era para el efeto que daba la Religión aquella gente, sin cinco galeras y una galeota y dos galeones y seis piezas de artillería de batir, sin otras piezas de campaña, con el recaudo de municiones que convenía para todas, demandó licencia y se fué con ellas, y mucha gente y caballeros enfermos.

Llueve con mucha frecuencia en los meses de mayor calor, con lo cual se tempera bastante la atmósfera, y el viento Pampero, que con mucha frecuencia sopla, refresca y purifica el aire. Hace treinta y tres años que el Brasil se emancipó.

Si le ofrecen una plaza en los ejércitos la desdeñará, porque no tiene paciencia para aguardar los ascensos, porque hay mucha sujeción, muchas trabas puestas a la independencia individual, hay generales que pesan sobre él, hay una casaca que oprime el cuerpo y una táctica que regla los pasos; ¡todo esto es insufrible!

Mira cómo sube, mira cómo baja. Las cinco rayas parece que están grabadas con tinta negra sobre el cielo azul, y que el cielo es lo que se mueve como un telón de teatro no acabado de colgar. Lo que yo digo expresó Jacinta riendo Mucha poesía, mucha cosa bonita y nueva; pero poco que comer. Te lo confieso, marido de mi alma; tengo un hambre de mil demonios.

Le he dejado ver, que no me gustaba, y nada más. Cabalmente, en eso consiste la inconveniencia, sobrina. Es tan fea, tío. Y de veras, no siento mucha afección por las mujeres; son burlonas, malas, y miden de pies a cabeza a la gente, como si en vez de ser personas fueran animales curiosos.

¡Señor, yo no hablo más que de la posibilidad de una equivocación! replicó el inválido riendo. Y si no, que me diga el P. Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una señorita y esas amiguitas suyas. No son amigas mías, D. Martín replicó riendo benévolamente el buen sacerdote; son ovejas descarriadas... Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino besos...

En el centro del corro el mofletudo y enrojecido rostro del juglar, cantando con mucha expresión las populares estrofas; el grupo de oyentes, el arquero Simón llevando el compás con la cabeza y con la mano, y el exnovicio Tristán, que no era de los menos complacidos con el canto de maese Lucas, á juzgar por la sonrisa que animaba su rostro bonachón.