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Marquesas y duquesas, que habían venido en coches blasonados, y otras que no tenían título pero mucho dinero, desfilaron por aquellas salas y pasillos, en los cuales la dirección fanática de Sor Natividad y las manos rudas de las recogidas habían hecho tales prodigios de limpieza que, según frase vulgar, se podía comer en el suelo sin necesidad de manteles.

Cuando se acabó la comida y se marchó Pecado para jugar un poco antes de volver al trabajo, Isidora, sin dejar su asiento y mirando a su tía, que a toda prisa levantaba manteles, le dijo: «Tía Encarnación, tengo que hablar con usted una cosa. Aunque sean cuatro».

A quién se encargarían los juegos de sábanas de batista, a quién los ordinarios, quién haría las camisas, dónde se comprarían los manteles, etc., etc. Todo fué tratado, medido y ponderado. Doña Paula emitía su opinión. Cecilia aparentaba contradecirla, pero en el fondo ¿qué le importaba?

Estaremos mejor al aire libre, contemplando el golfo... ¡Venga y no sea niño!... Todo está olvidado. Usted no tiene la culpa. El viejo camarero, que volvía con manteles y platos, no hizo el menor gesto al ver á la pareja instalada en la terraza. Estaba acostumbrado á estas sorpresas.

A la casa del enfermo llevan con anticipación de la iglesia lo necesario para disponer un altarito decente, con sitial, ara, candeleros, manteles y alfombra, y si el enfermo está muy de peligro le ponen la Santa Unción, y si no aguardan a que lo esté, y entonces se la administran.

¡Cielos! ¡Dos días aún! ¡Una eternidad para ! Pensé que en dos días había tiempo suficiente para morirse de pena, y si no es de pena por lo menos de hambre, pues sentía que me faltaba el apetito y no comería a manteles mientras no se resolvieran mis dudas. ¡A quién acudir en aquellas críticas, terribles circunstancias!

Finalmente, alzados los manteles, con gran reposo alzó don Quijote la voz, y dijo: -Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno.

»A las once del día el dicho Fiscal costeó la comida a toda la Familia y a la demás Nobleza que no lo era, y en los entresuelos de la Casa tuvo siete mesas juntas con manteles de 44 palmos y 30 tabuletes porque cupiera mayor número, y desde el Sr.

»En los tres días primeros nunca Lotario le dijo nada, aunque pudiera, cuando se levantaban los manteles y la gente se iba a comer con mucha priesa, porque así se lo tenía mandado Camila.

Levantados los manteles, y tomando don Antonio por la mano a don Quijote, se entró con él en un apartado aposento, en el cual no había otra cosa de adorno que una mesa, al parecer de jaspe, que sobre un pie de lo mesmo se sostenía, sobre la cual estaba puesta, al modo de las cabezas de los emperadores romanos, de los pechos arriba, una que semejaba ser de bronce.