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Actualizado: 18 de julio de 2025
Y, diciendo y haciendo, arrebató de un pan que junto a sí tenía, y dio con él al cabrero en todo el rostro, con tanta furia, que le remachó las narices; mas el cabrero, que no sabía de burlas, viendo con cuántas veras le maltrataban, sin tener respeto a la alhombra, ni a los manteles, ni a todos aquellos que comiendo estaban, saltó sobre don Quijote, y, asiéndole del cuello con entrambas manos, no dudara de ahogalle, si Sancho Panza no llegara en aquel punto, y le asiera por las espaldas y diera con él encima de la mesa, quebrando platos, rompiendo tazas y derramando y esparciendo cuanto en ella estaba.
Y álcense estos manteles, y denme a mí de comer, que yo me avendré con cuantas espías y matadores y encantadores vinieren sobre mí y sobre mi ínsula. En esto entró un paje, y dijo: -Aquí está un labrador negociante que quiere hablar a Vuestra Señoría en un negocio, según él dice, de mucha importancia.
-Ella no me preguntó nada -dijo Sancho-, mas yo le dije de la manera que vuestra merced, por su servicio, quedaba haciendo penitencia, desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje, durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin peinarse la barba, llorando y maldiciendo su fortuna.
Pero aquella noche pensó el modo que tendría para engañar a Anselmo, sin ofender a Camila; y otro día vino a comer con su amigo, y fue bien recebido de Camila, la cual le recebía y regalaba con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenía. »Acabaron de comer, levantaron los manteles y Anselmo dijo a Lotario que se quedase allí con Camila, en tanto que él iba a un negocio forzoso, que dentro de hora y media volvería.
Por esto no se resistió á ello, recordando los precedentes, pero el miedo al abuso la hizo retirarse de la ventana. Veamos el palacio encantado que me ha prometido mi flirt dijo alegremente, para distraer la insistencia de Ulises. En el centro había una mesa de tablas mal cepilladas y rudos pies. Los manteles y los platos disimularían luego este horror.
Los vestidos y sombreros de las mujeres espumas de diversos colores en las que flotaban briznas de plata y oro , así como las masas blancas y negras del indumento masculino, se esparcían en torno á las manchas cuadradas de los manteles. Con la música estridente de las orquestas venía á juntarse un estrépito de feria.
Esto bien se sufre." Y comienzo a desmigajar el pan sobre unos no muy costosos manteles que allí estaban; y tomo uno y dejo otro, de manera que en cada cual de tres o cuatro desmigajé su poco; después, como quien toma gragea, lo comí, y algo me consolé.
Uno de los pormenores más curiosos de esta cuenta, es, sin duda, el de las esteras de eneas que hicieron veces de manteles y las dos cargas del mismo vegetal que debió servir de asiento á los comensales; costumbre poco extraña á partir de los días de D. Alonso X, que siguieron monarcas y particulares, tomándola de los sarracenos, y de la cual podrían citarse muchos ejemplos.
Levantados los manteles, se apagaron las luces, y encargado Paquito de dar a su papá las medicinas que tomaba más tarde, la cabeza de la ilustre dama buscó descanso en las almohadas. El sueño, no obstante, vino tarde, tras un largo rato de cavilación congestiva.
Volviéndose a su hermana, más atenta a sus manos que a su discurso, exclamó: ¿Quién diría que un Vargas, Casilda...? No concluyó la frase, pero sobrada elocuencia tenía el movimiento melancólico de su cabeza. Cuando se ha tenido y ya no se tiene, el pan negro se hace más amargo y el blanco más deseado, y los Vargas lo habían comido sobre manteles de holanda...
Palabra del Dia
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