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Al escuchar su respuesta creyó que algo acababa de pasar ante el sol, velando momentáneamente su luz. Fué como una nube que se deslizaba sobre la tierra y sobre su pensamiento esparciendo una sensación de frío. A él también le quiero. Lo dijo mirándole como si implorase su perdón, con la sinceridad dolorosa de un alma que ha reñido con la mentira y llora al adivinar los daños que causa.

La artemisa con las tradicionales virtudes de sus jugos; la yerba buena con las delicadas emanaciones de sus ásperas hojas; el adusto romero con su salvaje independencia, adornan las faldas del coloso, esparciendo á su alrededor finísima fragancia. Cuando el ábrego hiere las copas de las casuarinas produce en sus delicadas ramas una armonía extraña y conmovedora.

Alzábase en medio de una atmósfera radiante y espléndida, dibujando sobre ella sus graciosos contornos y esparciendo por el ambiente balsámico influjo.

Se aplaudió muchísimo; las señoras se conmovieron y agitaron los pañuelos con entusiasmo, esparciendo por el ambiente caldeado mil perfumes de opoponax, fleur d'Italie, reseda, etc. Era una leyenda altamente patética. No me sorprendió nada que se hubieran impresionado vivamente.

Era necesario verle con un reverbero en la mano derecha, el libro en la izquierda, una barretina colorada en la cabeza a guisa de uniforme, deslizarse velozmente por los bastidores acudiendo a opuestos parajes en nada de tiempo, poniendo prisa a los empleados, contestando al sin número de preguntas que le dirigían, y esparciendo órdenes en estilo telegráfico como un general en el fragor de la batalla.

Luego preguntó á Atilio: ¿Estás contento de tu vida actual?... A pesar de su tranquilidad sonriente y burlona, Castro hizo un movimiento de sorpresa, como si le escandalizase esta pregunta. Su vida era insufrible. La guerra había trastornado sus costumbres y placeres, esparciendo á todos los vientos sus amistades.

La abrió y leyó lo que sigue: «Señor don Braulio: La fama va esparciendo por todas partes que es usted listísimo. Yo le he tomado a usted afición y no quiero creerlo. En la situación de usted, llamarle listo es hacerle la mayor injuria. Verdaderamente usted no puede ser listo dentro de lo justo. O usted no es listo, o usted se pasa de listo.

D.ª Teodora, al verse objeto de la curiosidad pública, se desmayó. D. Juan y la doncella la sostuvieron. D. Peregrín siguió increpando a su enemigo ausente. La muchedumbre rió, gritó, se agitó tumultuosamente. Al fin todo quedó en paz, y la pudibunda jamona tornó a su domicilio, donde la dejaremos esparciendo un torrente de lágrimas.

Era la tisis, rápida, brutal, fulminante, esparciendo el tubérculo con la florescencia fecunda de la plaga: la tisis en forma sofocante, la terrible granulia que surgía a consecuencia de una fuerte emoción en este organismo pobre, abierto a todas las enfermedades, ávido de incubarlas.

Durante algunas horas remó y remó, siguiendo el rumbo que le aconsejaba su instinto. Se había sentido en muchas ocasiones orgulloso de su vigor corporal, pero jamás sus fuerzas se mostraron tan poderosas é incansables como en la presente aventura. De vez en cuando se ponía de pie, esparciendo su vista por todo el círculo del horizonte, sin distinguir la más pequeña embarcación.