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Haremos nuestros viajes sin buscar al enemigo, llevando cargamentos lo mismo que antes; pero si el enemigo nos sale al paso, encontrará quien le conteste. Estaba dispuesto á morir, si tal era su destino, pero agrediendo al que le atacase. ¿Y no puedo ir yo también? insistió el piloto. No; detrás de ti existe una familia que te necesita.

De todas suertes, Ana ya no le tenía lástima; le veía triunfante abusar tal vez de la victoria, humillar al enemigo...; ahora veía ella claro; por lo menos no veía tan turbio como antes. Ella había sido tal vez un instrumento en manos de su hermano mayor.

ELSA. ¡Padre, es el elegido de mi corazón! EL CONDE. ¡Y al mismo tiempo, mi enemigo! ELSA. No le conoces. Cegado por el odio al emperador, empezaste a odiar al duque sin haberle visto siquiera. EL CONDE. , odio a todos esos aduladores serviles que andan a cuatro patas por las gradas del trono. Mendigan lo que hay que tomar por la fuerza.

El combate, para los viejos soldados que habían conocido las batallas más famosas de Europa, fue en adelante la «guazabara». La táctica, contenida en la Milicia Indiana, de Vargas Machuca, consistió en dar la «trasnochada» y dar el «albazo», o sea sorprender al enemigo astuto y escurridizo en plena noche o al romper el día.

El ministro se puso en pie, buscando aire que respirar, y llevándose la mano al corazón como si quisiera arrancárselo del pecho. ¡Cómo! ¿Qué dices? exclamó. ¡Un enemigo! ¡Y bajo mi mismo techo! ¿Qué quieres decir, Ester?

Condenó a muerte en un bando que hacía cumplir estrictamente, a todo el que volviera la espalda al enemigo durante el combate, a todo el que sin vacilar no se dirigiese al puesto designado por su jefe, aun cuando viese en él una muerte segura, y a todo el que pronunciase voces alarmantes, como que nos cortan, que viene la caballería, etc....

Poco más quedaba por leer de la novela, cuando del caramanchón donde reposaba don Quijote salió Sancho Panza todo alborotado, diciendo a voces: -Acudid, señores, presto y socorred a mi señor, que anda envuelto en la más reñida y trabada batalla que mis ojos han visto. ¡Vive Dios, que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona, que le ha tajado la cabeza, cercen a cercen, como si fuera un nabo!

Entrase. Tocase al arma con gran priesa, y á este rumor salen CIPION con JUGURTA y GAYO MARIO al tablado. Qué es esto, capitanes? quién nos toca Al arma en tal sazon? es por ventura Alguna gente desmandada y loca Que viene á procurar su sepultura? O no sea algun motin el que provoca Tocar al arma en recia coyuntura: Que tan seguro estoy del enemigo, Que tengo mas temor al que es amigo.

Las leyes de la hospitalidad exigían que se amparase al huésped y se le libertase de todo riesgo, aunque fuera mortal enemigo. Añádanse además los preceptos observados en cuanto á desafíos, duelos, etc.

Sin la actividad incansable del padre Ducos, los moros se hubieran enseñoreado de toda la isla: pero éste, ayudado de Afreasio, Capitán entendido y valiente, derrotó á los moros en Panguil, Misamis, Ynitao y otros puntos de la jurisdicción de Ylígan, causando al enemigo una pérdida de más de 300 embarcaciones y muerte de 2.000 mahometanos, sin contar los cautivos que fueron libertados.