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Y al momento le trujeron dos paveses, que venían proveídos dellos, y le pusieron encima de la camisa, sin dejarle tomar otro vestido, un pavés delante y otro detrás, y, por unas concavidades que traían hechas, le sacaron los brazos, y le liaron muy bien con unos cordeles, de modo que quedó emparedado y entablado, derecho como un huso, sin poder doblar las rodillas ni menearse un solo paso.

Mal puede ser otra cosa, cuando casi todos los grandes señores de Inglaterra y Gascuña están aposentados detrás de esos muros y el que más y el que menos quiere que el clarín á su servicio se oiga tanto y tan frecuentemente como el de su vecino. Á fe mía que me recuerdan un campamento escocés por la zambra que arman éstos con sus gaitas.

Cuando uno oye la palabra imprenta, ¿no cree ver detrás la censura, el imposible vencido, la cuadratura del círculo, la gran quisicosa? ¿No hay quien ve en ella el abismo, la anarquía, aquel qué yo, que nadie sabe explicar ni comprender? Cada una de estas palabras son verdaderas linternas mágicas; el mundo todo pasa al través de ellas. Una vez encendidas todo se ve dentro.

Las afecciones de los tejidos radican sobre los vasos y gánglios linfáticos, principalmente en el cuello; hay erupciones húmedas en la cabeza detrás de las orejas, en el periné, con inflamacion crónica de los párpados y de la conjuntiva, y sudores fétidos en los piés. § III. Efectos terapéuticos. Los efectos terapéuticos emanan de los cuadros sintomáticos que preceden.

Desnoyers protestó... ¡Pero si los invasores fusilaban á los inocentes y quemaban sus casas!... El sobrino se opuso á que siguiese hablando. Palideció, como si detrás de su epidermis se esparciese una ola de ceniza; le brillaron los ojos, le temblaron las mejillas, lo mismo que al teniente que se había posesionado del castillo.

No sabía si era aquello un traje de Mefistófeles de ópera o el de cazador elegante, pero estaba el enemigo muy hermoso, muy hermoso.... «Y estaba allí cerca, detrás de aquella reja, ¡si daba tres pasos podía tocarla a ella!». El órgano se despedía de los fieles con las mayores locuras del repertorio; un aire que Ana había oído por primera vez al lado de Mesía, en la romería de San Blas, aquel mismo año.... Cerró los ojos, que se le habían llenado de lágrimas.... «¡Por dónde la tomaba ahora la tentación!

Por lo general, y así sucedía en Villalegre, la Casilla estaba en sala relativamente cómoda y espaciosa, detrás de la botica. Allí se leían los periódicos, se fumaba, se charlaba y se jugaba malilla, al tresillo, al truquiflor y al tute, y tal vez al ajedrez, al una a la dominó y a las damas.

El balcón del gabinete daba al Parque: incorporándose en el lecho, veía detrás de los cristales las copas de algunos árboles que brillaban con la hoja nueva, rumorosa, tersa y fresca. Gorjeos de pájaros y rayos de un sol vivo, fuerte y alegre la hablaban de la vida de fuera, de la naturaleza que resucitaba, con esperanza de salud y alegría para todos.

Cerrando, pues, la puerta de la alcoba, la que había a la mitad del pasillo, y la que ponía en comunicación al boudoir con los dos salones de la entrada, quedaba el resto de las habitaciones de Currita aislado por completo y en comunicación directa con la calle: a ella daba salida una puertecita, abierta en la tapia del jardín a espaldas del palacio, detrás de un pequeño invernadero.

El traje de los busaos es parecido al de los igorrotes, solo se diferencian en que llevan en la cabeza una especie de casquete ó solideo de bejuco ó de madera, cilíndrico y abierto por los lados que algunas veces adornan con plumas; en lugar del talibon usan una arma llamada ligua de la que usan también los tinguianes, que es como una hacha de hierro casi cuadrada, con una punta por detrás y mango corto, la que fabrican ellos mismos con hierro que extraen junto á Benang; cultivan arroz con muy buen sistema de riego.