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Oiga usted; le abandono el libre dominio de todos los bienes que usted posee. Viva, sea dichosa y rica; haga la felicidad de su familia, cuide de sus padres en sus últimos días, pero déjeme a don Diego. Nada es para usted todavía, según usted mismo me ha confesado. No ha sido su esposo, ha sido su médico, su enfermero, el ayudante del doctor Le Bris. Es todo para , señora, puesto que le amo.

Ellos conquistaron el cielo a fuerza de brazos, porque el cielo padece fuerza, y yo hasta agora no lo que conquisto a fuerza de mis trabajos; pero si mi Dulcinea del Toboso saliese de los que padece, mejorándose mi ventura y adobándoseme el juicio, podría ser que encaminase mis pasos por mejor camino del que llevo. -Dios lo oiga y el pecado sea sordo -dijo Sancho a esta ocasión.

El comandante y los demás comensales eran de buena pasta y respondían sin incomodarse pizca a estas bromitas. Llagostera pensaba que eran la flor y la suprema expresión del humorismo y la sal ática. Por supuesto que, al cabo de algunos dimes y diretes, salía siempre con las manos en la cabeza. Oiga, comandante: no habrán dajado de mandar a la asposisión una buena partida de naranjas y melones...

19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si el SE

Sin embargo, ya usted ve cómo los hacen mis amigos; Arriaza, Beña, Xérica, Sánchez Barbero no dejan descansar a las prensas de Cádiz. Beña y Xérica se habían apartado del grupo. ¡Ay, amigo mío!, que no oiga yo aquello de ¡Oh! Velintón, nombre amable grande alumno del dios Marte.

He tenido la desgracia de hacerle un favor contestó Ignacio , y desde entonces.... ¡Oiga! ¿A eso llama usted desgracia? Pues muy desgraciado está usted siendo desde esta mañana, porque me hizo usted cien favores ya. Sonriose Artegui de nuevo y miró a la niña. No consiste la desgracia dijo en hacer el favor, sino en que se lo agradezcan a uno tanto.

Pues mira, Sansón, procura que no te oiga él, el chiquitín ese de los ojillos llorosos, porque sólo entonces conocerías la fuerza de sus puños. Por lo demás, tres meses de plazo te doy para cambiar de opinión. Al capitán Morel sólo le conocen los que lo han visto hilar por lo fino en la guerra. Ya verás, ya verás.

Eso digo yo.... «Sufre que tu mujer oiga insolencias a la que quisiste hacer tu concubina... o se lo cuento todo». Este es el lenguaje de la conducta de esa meretriz solapada. Ahora bien: un consejo; solución; ¿qué hago? ¿sufrir en silencio? Absurdo.

Esta carne líquida le hacía sonreír de lástima. ¡Habiendo whisky en la tierra!... Morales vaciló mirando su propio uniforme. Era una autoridad, y sólo podía entrar en las tabernas para imponer respeto. Pero luego se enterneció mirando al gringo. ¡Un viejo compañero!... Oiga, don Macperson, ¿si fuésemos á tomar una copa?...

Usía no sabrá lo que es eso. ¡Que ha de saber, si con tantos libros que ha leído no pena ni tanto así de caló!... Pues es el vino y el aguardiente; y cuando oiga que mis compares dicen que estoy molaló, es que creen que estoy borracho; pero no hay tal cosa: un poco de alegría y na más.