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Sabido es que, imitando a su antecesor el doctor Francia, como éste había imitado a su vez a los padres jesuitas, el doctor López había tenido a toda la población del Paraguay separada del mundo y apartada del trato humano a fin de que conservase su dichosa y primitiva inocencia.

Está muy alegre y su humor es igual, dulce y tierno desde que todo está decidido, y yo le agradezco que sea dichosa, porque eso alivia no qué malestar que arrastro conmigo hace ya mucho tiempo, como el que no está dentro de su vocación.

¡Ea! dijo ella dejándose caer en el césped . Basta de paisajes y de enternecimientos. Yo soy la ciega más dichosa que existe a la hora presente en Madrid, y el cojito más guapo, más simpático, más bueno y más feliz... ¿Verdad que ...? ¡Di que ! Cirilo se sentó con algún trabajo a su lado.

¡Ah, , Sol! y Sol le pasaba la mano por la frente, y le apartaba de ella los cabellos húmedos. Lucía arreglaba las almohadas de manera que Ana pudiera estar como sentada. Sus amigas todas rodeaban la cama, y Ana, sin fuerzas aun para hablar, les pagaba sus miradas de angustia con otras de reconocimiento. Parecía que era dichosa.

Eso lo han inventado ustedes los clérigos... para turbar la paz de esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado cara para desprenderme de ella... Hubo otro largo silencio. El enfermo volvió a cerrar los ojos. Aparte de cierta extraña agitación en los dedos, su actitud tranquila confirmaba el sentido de sus palabras.

Fabrice no pudo ocultar a su mujer el contento que esto le causaba, y, por la tarde, durante la comida, como hablasen de ese particular, la mortificó inocentemente con sus embarazosas preguntas acerca de lo que ella pudiese saber o adivinar sobre las causas que originaron esta dichosa y repentina conversión de Pedro.

Carlos me aguardaba; yo corría a él llena de alegría y de satisfacción; sintiéndome dichosa al presente y esperándolo ser en el porvenir; pero quedé sorprendida al ver la tristeza que revelaba su semblante. ¿Qué podía él en aquella ocasión temer o esperar? ¡Yo estaba libre!

Se levantó de una butaca baja mostrando una fisonomía pálida bajo sus cabellos blancos y, dulce y resignada, dió las gracias á Marenval por su visita, si no dichosa por ver alterada la soledad de su existencia, agradecida por un paso que denotaba un recuerdo afectuoso. Marenval se sentó y dirigió la vista hacia un magnífico retrato que representaba un elegante joven de cara franca y alegre.

Acostó su cara sobre la mejilla izquierda, y cómoda así, fijó los ojos en . No qué me decían sus ojos; posiblemente me daban toda su vida y toda su alma en una entrega infinitamente dichosa. Sus labios me dijeron algo, y tuve que inclinarme para oir: Soy feliz se sonrió. Pasado un momento sus ojos me llamaron de nuevo, y me incliné otra vez.

Dios os guarde y os haga dichosa, aunque tenéis partes para no serlo, y más si heredáis mi fortuna, hasta que tengáis consuelo, como vos lo sois mío. ABINDARRÁEZ. JARIFA. ZORAIDE. ALBORÁN. NARVÁEZ. NU