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Una noche formaba el encanto de alguna tertulia cursi y enamoraba a cualquier zagalilla de quince años, dulce y tímida; a la siguiente se le veía cenando en algún colmado con dos rameras. Su amor no reconocía clases, ni estados, ni edades. Tenía un carácter apacible y su trato era cortés y afectuoso. No disputaba jamás, pero gozaba oyendo disputar a los otros.

Pepita Jiménez, a quien muchos han visto nacer, a quien vieron todos en la miseria, viviendo con su madre, a quien han visto después casada con el decrépito y avaro D. Gumersindo, hace olvidar todo esto, y aparece como un ser peregrino, venido de alguna tierra lejana, de alguna esfera superior, pura y radiante, y obliga y mueve al acatamiento afectuoso, a algo como admiración amantísima a todos sus compatricios.

El yugo que un hombre se crea con sus malas acciones, engendra el odio en las mayores naturalezas, y el alegre y afectuoso Godfrey Cass se agriaba rápidamente. Crueles tentaciones lo asediaban, pareciendo entrar y salir en su corazón como demonios que habían encontrado en él alojamiento preparado. ¿Qué iba a hacer aquella tarde para pasar el tiempo?

Tan turbada estaba Isidora, que no acertó a contestar al saludo afectuoso de la señora. No sabía lo que le pasaba. Se levantó, volvió a sentarse. No podía asegurar si dijo o no dijo algo. Se sentía morir. ¡El semblante de la marquesa no expresaba nada..., la marquesa no la había abrazado..., la marquesa no había parado mientes en su fisonomía!... Las dos se miraron.

El saludo afectuoso de su antiguo novio había despertado súbito todos sus recuerdos, todas sus ilusiones, las penas y las dichas de otro tiempo que dormían en el fondo de su alma como pajarillos entre las hojas del árbol. La agitación interior era intensísima, pero nada o muy poco se traslucía en su continente grave y frío.

El malogrado príncipe D. Juan, hermano de Doña Juana, y su augusta madre la acompañaron hasta la entrada del navío, donde anegados en un mar de lágrimas, se dieron mútuamente el mas tierno y afectuoso á Dios. A Dios, que resonó por todos los ángulos de la embarcacion, en señal de reconocimiento á las reales personas que quedaban en tierra.

Convencida Doña Paca, ya no se pensó más que en instalar a Frasquito, el cual parecía no darse cuenta de lo que le pasaba. Al fin, cuando ya le habían acostado, reconoció a la viuda de Juárez, y mostrándole su gratitud con apretones de manos y un suspirar afectuoso, le dijo: «Tal hija, tal madre... Es usted el vivo retrato de la Montijo. ¿Qué dice este hombre?

El duque pudo entregarse largo tiempo al atractivo que María ejercía en él, sin que la más pequeña nube empañase la paz sosegada, y, como el cielo, pura, del corazón de su mujer. Sin embargo, el duque, hasta entonces tan afectuoso, la descuidaba cada día más. La duquesa lloraba; pero callaba.

El señor vicario me va reconciliando mucho con el clero español, a quien algunas veces he tildado yo, hablando con Vd., de poco ilustrado. ¡Cuánto más vale, me digo a menudo, este hombre, lleno de candor y de buen deseo, tan afectuoso e inocente, que cualquiera que haya leído muchos libros y en cuya alma no arda con tal viveza como en la suya el fuego de la caridad unido a la fe más sincera y más pura!

Porque al volver los ojos en una de sus graciosas volteretas y percibir la falange de sus contrarios, dejó caer los brazos con abatimiento. Sus movimientos fueron desde entonces más lentos y desmayados. Pero ingenioso siempre y fértil en intrigas, aprovechó un momento de respiro en el baile para dirigirse al grupo de sus enemigos y en tono franco y afectuoso les dijo: Amigos, ¿no queréis bailar?