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Actualizado: 17 de junio de 2025
Con todos sus apuros, aquella temporada le dio relativo descanso, porque no sufría la humillación de pedir socorro, y malo o bueno, tuerto o derecho, tenía el hombre un medio de vivir, y vivía y respiraba, y aún le sobraba tiempo para dar algunas volteretas por los espacios imaginarios.
Porque al volver los ojos en una de sus graciosas volteretas y percibir la falange de sus contrarios, dejó caer los brazos con abatimiento. Sus movimientos fueron desde entonces más lentos y desmayados. Pero ingenioso siempre y fértil en intrigas, aprovechó un momento de respiro en el baile para dirigirse al grupo de sus enemigos y en tono franco y afectuoso les dijo: Amigos, ¿no queréis bailar?
¡Bravo, Chim! dijo Tommy, y dió unas cuanlas volteretas y un magnífico salto mortal, seguido de Mary-Zancos, que había tomado al grumete por su protector. Fué haciéndose de día. El capitán nombró a Nissen teniente piloto, aunque acordó que siguiera de timonel hasta encontrar alguien que lo sustituyera. El nuevo capitán y el teniente fueron estudiando las medidas que había que tomar.
Izquierdo frunció el ceño. Lo que él quería era ponerse uniforme con galones. Volvió a sumergirse de una zambullida en su conciencia, y allí dio volteretas alrededor de la portería de casa particular.
Se le cambió el color oyendo esto al hijo del boticario, de resultas de un aleteo y dos volteretas de algo que sintió en las honduras del pecho; protestó con energía de la sencillez de su pesadumbre, y rogó a don Claudio que se explicara con mayor claridad, para acabar de entenderle y de desengañarle; pero el comandante se hizo el sueco, y con dos golpecitos en la espalda y otra cordial alabanza de su valeroso arranque, dio por terminada la entrevista, despidiéndose de Leto «hasta la noche» y recomendándole mucho que no faltara.
En una de estas volteretas, llamó á la tía Roma, y metiéndose con ella en la alcoba la hizo sentar, y le dijo: Tía Roma, ¿crees tú que se salva el niño? Señor, será lo que Dios quiera, y nada más. Yo se lo he pedido anoche y esta mañana á la Virgen del Carmen, con tanta devoción que más no puede ser, llorando á moco y baba. ¿No me ve cómo tengo los ojos? ¿Y crees tú...? Yo tengo esperanza, señor.
Rocchio, el cuello estirado, los ojos febriles, mira las volteretas del metal y su corazón le hace ¡pum! ¡pum! allá dentro; su mano ancha y peluda se crispa sobre la mesa. Como un toro herido, resuella ruidosamente y echa pestes en su lengua contra el oro y los agiotistas que, entre las bambalinas, tiran de la cuerda de aquel títere y le hacen bailar al son del organillo de sus conveniencias.
«¿Qué tal? dijo doña Lupe . ¿Hay sueño? Son las once». Ha venido usted a turbar nuestra felicidad replicó Maxi sentado, y moviendo las piernas en el aire . Mi elegida y yo deseamos estar solos, enteramente solos. Los misterios inefables que a ella y a mí... ¿Pero qué volteretas son esas que das? Pareces un saltimbanquis.
Pero esta noche Bebé está muy serio, y no da volteretas como todas las noches, ni se le cuelga del cuello a su mamá para que no se vaya, ni le dice a Luisa, a la francesita, que le cuente el cuento del gran comelón que se murió solo y se comió un melón. Bebé cierra los ojos; pero no está dormido. Bebé está pensando.
Hace apenas media hora que os tratáis... Esperad siquiera a estar solos, que faltáis al respeto a vuestros mayores. Y sin más ni más, tiró el laúd, levantose, dio dos o tres volteretas, y besó en las mejillas a doña Brianda y a doña Inés.
Palabra del Dia
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