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No abras la boca sino para decir mil pestes de las futuras Cortes, de la libertad de la imprenta, de la revolución francesa, y ten cuidado de hacer una reverencia cuando se nombre al rey, y de decir algo en latín al modo de conjuro siempre que citen a Bonaparte, a Robespierre o a otro monstruo cualquiera.

La cara de la luna es de cuidado todas las noches. O yo no una palabra de las cosas del cielo, o esta luna anuncia grandes revoluciones, hambres, pestes, sangre... Adiós, gran Zaratustá dijo Maltrana. Podía seguir filosofando, rodeado de sus perros, mientras contemplaba la villa ingrata que no reconocía su saber.

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