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El fabricante y el dueño de Las Tres Rosas eran antiguos amigos, y hasta se murmuraba que el primero había ayudado a éste con una generosidad extraña en los primeros tiempos de su comercio.

María no respondió a este fervoroso discurso. Siguió mirando con fijeza extraña y como absorta en lejanos pensamientos al fabricante de conservas. ¿Sabes una cosa? ¿Qué? Que han venido también los estuches con tus vestidos, pero aun no los he abierto. Los dos tienen sobre la tapa tu cifra con corona de marquesa. Aunque te rías, no dejaré de decirte que me dio un salto el corazón al ver la corona.

La suegra pareció crecerse, saliendo de su tímido encogimiento. Su mirada se posó sobre personas y cosas con grave lentitud, como si las reconociese de nuevo. Había visto mucho. Sus primeras palabras de amor con el fabricante Delfour se cruzaron en 1870, durante el sitio de París. Luego, de recién casada, había presenciado la tragedia de la Commune.

Esto se contaba del célebre fabricante de sedas; pero aunque en ello entrase en gran parte la exagerada malevolencia de sus enemigos, lo cierto era que don Manuel, con el producto de sus doscientos telares siempre en actividad y los caritativos auxilios que prestaba desde el Banco de San Juan, iba formándose una fortuna, cuya cifra, por ser desconocida, rodeaba a su poseedor de cierto prestigio misterioso.

De cerca, sus bigotes engomados a la perfección no bastaban a compensar las patas de gallo y arrugas de todo linaje que le cruzaban el rostro. Era fabricante de conservas alimenticias y solterón empedernido, no porque dejase de honrar al bello sexo y tenerle en gran estima, sino porque pensaba que el matrimonio era la muerte del amor y sus ilusiones.

El canton de Neuchâtel es esencialmente fabricante, en términos que su fabricacion es una de las mas valiosas del mundo, relativamente á su poblacion y territorio.

Así estuvo jugando mucho tiempo, hasta que, harto de divertirse y embriagado por el triunfo, soltó de improviso y simultáneamente todas sus voces, que clamaron en el silencio de la iglesia con grito monstruoso e insufrible. El fabricante quedó asfixiado en aquel bramido diabólico y no volvió a aparecer. Reinaron algunos instantes de silencio, que fue turbado por cierto triste chirrido.

Pero entonces iban ellos por el camino de la verdad i de la justicia. ¿Qué remedio mejor para comenzar el desarraigamiento de los daños que padecia una nacion en donde ninguno de sus naturales era mercader ni fabricante?

A la tía María, a la infatigable enfermera del ilustre huésped, a la diestra fabricante de caldos sustanciosos, señaló el duque una pensión vitalicia. En cuanto al pobre fray Gabriel, se quedó sin nada. Hacía tan poco ruido en el mundo, y se había ocultado tanto a los ojos del duque, que este no le había echado de ver.

Como que todo Madrid iba allí a comprar agujas, y su papá se carteaba con el fabricante... Su papá recibía miles de cartas al día, y las cartas olían a hierro... como que venían de Inglaterra, donde todo es de hierro, hasta los caminos... «, hija, , mi papá me lo ha dicho. Los caminos están embaldosados de hierro, y por allí encima van los coches echando demonios».