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Falsas, escandalosamente falsas, hijo mío dijo riendo y mirando en torno de ella . Pero bien sabes que la mayor parte de las que llevan las otras no son mejores. ¡Ay, las perlas! Si se juntasen todas las que se lucen en el mundo, resultaría que el mar no tiene espacio para haber producido la décima parte. Se llevó á Miguel hacia el bar. Quería pedirle un favor.

¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo! La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta. Bueno; esto se pone feo murmuró entonces, mirando su pie lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una monstruosa morcilla.

Un joven arquitecto, italiano, que el gobierno ha contratado para concluir la obra, se ha comido ya todas las uñas y el bigote mirando la esfinge. Mi humilde opinión es que ha llegado el momento de llamar al homeópata, para satisfacción de la familia, porque el Capitolio está muy enfermo y no le veo mejoría posible.

Mucho quieres componerte dijo la gruesa señora, mirando desconfiada a la tarjeta que el marido retenía en la mano, ¿quién es ese afortunado que así logra violar la consigna? Déjame solo, Gregoria, y no vengas sino cuando yo llame. A no me la pega refunfuñó misia Gregoria, éste debe ser un emisario de la rubia, que viene a traer las condiciones de la paz. Ya les daré yo buenas paces.

Ana, mientras oía, con la frente inclinada, mirando las piedras del patio, sólo podía vislumbrar de soslayo el gabán claro, pulquérrimo del buen mozo.

Empezó a comer con apetito la sopa fría, echando miradas indagatorias e inquietas a su señora tía, que evitaba el mirarle... por no romper... «Debo contenerme pensaba ella , hasta que coma... Y parece que tiene ganitas...». A ratos el joven daba hondos suspiros mirando a su tía, cual si deseara tener una explicación con ella.

Saleta, que hacía el cuarto, hablaba con el capellán sentado detrás de él. En torno de la mesa había tres o cuatro personas de pie mirando el juego. Cerca del noble maestrante se hallaba Josefina con los bracitos cruzados esperando su bendición para irse a la cama.

Doña Martina dejó de perseguir a su hija y se sentó a la mesa, aunque murmurando amenazas; aquélla también se sentó mirando recelosa a su madre; D. Bernardo, haciendo un prodigioso esfuerzo de diplomacia para sobreponerse a su justo desabrimiento, entabló conversación con el coronel.

Siempre que don Pablo Aquiles volvía de la oficina, éste era el tema favorito de conversación con su hermana; sentado al lado de la lumbre, cuando había leña, y mirando melancólicamente los pajarracos de la pantalla de chimenea, cuando ésta estaba apagada.

Todo lo que la industria puede producir, lo que el arte y el refinamiento son capaces de labrar para alimentar la pasion del lujo, y cuanto es posible desear para satisfacer todas las necesidades y todos los caprichos, se ve allí detras de los cristales, realzado por la reproduccion de la luz y por el bullicio de un mundo que fermenta sin cesar, mirando, comprando, codiciando, vendiendo, agitándose en todas direcciones.