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Lo demás del mundo no existía. «Y ahora don Santos moría escandalosamente, moría como un perro, habría que enterrarle en aquel pozo inmundo, desamparado, que había detrás del cementerio y que servía para los enterramientos civiles; y de todo esto iba a tener la culpa él, y Vetusta se le iba a echar encima». Ya empezaba el rum rum del motín, el Chato venía a cada momento a decirle que la calle de don Santos y la tienda se llenaban de gente, de enemigos del Magistral... que se le llamaba asesino en los grupos porque él obligaba al Chato a decirle la verdad sin rodeos asesino, ladrón.... El Magistral al llegar a este pasaje de sus reflexiones, sin poder contenerse, golpeó el pavimento con el pie.

Nuestro planeta sufre guerras y se cubre de sangre cada vez que á un Imperio se le ocurre organizarse como un hormiguero, imitando su férrea disciplina, su método para la acción, su soberbia, que tiende á engañar y esclavizar todo cuanto le rodea.... Esa fábula es una calumnia continúa mi amigo . Los caracteres de sus protagonistas aparecen en ella escandalosamente invertidos.

Yo creo que no se despoja ni para dormir del uniforme de su riqueza: a las siete de la mañana ya está en la cubierta con un collar de perlas, tamañas como huevos de gorrión, y tan escandalosamente llamativas que cualquiera, a no conocer su fortuna, las creería falsas... Y para completar la cuadrilla de los ricos, vienen tres compatriotas nuestros, dos de Buenos Aires y uno de Montevideo, antiguos tenderos que llevan cuarenta años en América... Excelentes personas; honradotes, campechanos y un poco burdos.

Hija de una familia distinguida de la capital, sus excesos imaginativos y reales habían acabado por arrastrarla á una vida que era la vergüenza de su parentela. Iba teñida de rojo escandalosamente, en un país donde las más de las mujeres son morenas.

Mi ruina es verdadera... Mira. Señaló el triángulo de carne que dejaba libre el escote de su traje. Un collar de perlas descansaba sobre el blanco pecho. Miguel acabó por fijarse en estas perlas, atraído por la insistencia de ella. Falsas, escandalosamente falsas; todas descascarilladas, opacas y amarillentas como gotas de cera.

Entre estas alhajas escandalosamente falsas, la única que merecía cierto respeto era un collar de perlas, que, al sentarse su dueña, venía á descansar sobre el globo de su vientre. Estas perlas irregulares, angulosas y con raíces se parecían á los dientes de animal que emplean algunos pueblos salvajes para fabricarse adornos.

Para templarla y producir una iluminación suave y normal, Clementina hacía colocar dos candelabros con numerosas bujías a los extremos de la mesa. Todas las señoras estaban más o menos descotadas: alguna, como Pepa Frías, escandalosamente. Los caballeros, de frac y corbata blanca. La conversación fué en los primeros momentos particular: cada cual hablaba con su vecino.

No ... Si tuviese que recordar las historias de todos los hombres que he conocido, hace años que estaría loca. ¡No cabrían en mi cabeza!... Robledo, con una curiosidad severa, continuó sus preguntas. ¿Y la hija de Pirovani?... Volvió á llevarse ella las manos á las sienes, hundiendo los dedos en el pelo rubio, escandalosamente rubio, de sus falsos bucles.

Falsas, escandalosamente falsas, hijo mío dijo riendo y mirando en torno de ella . Pero bien sabes que la mayor parte de las que llevan las otras no son mejores. ¡Ay, las perlas! Si se juntasen todas las que se lucen en el mundo, resultaría que el mar no tiene espacio para haber producido la décima parte. Se llevó á Miguel hacia el bar. Quería pedirle un favor.

También Pepe Castro, harto de dar celos a Clementina con su amiga Lola, sin que aquélla pareciese siquiera advertirlo, se levantó y se fué aproximando silenciosamente afectando melancolía. Se puso detrás de Pepa Frías y apoyó los brazos en el respaldo de la silla. La viuda estaba tan escandalosamente descotada que en aquella actitud se podía ver más de lo que la decencia permite.