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Inocente había sido en contar con tal lisura su historia doña Guiomar, y claras muestras había dado de no conocer el mundo; que el calumniado que de la calumnia de que es víctima habla, es uno más que a la calumnia que le sacrifica ayuda.

Es preciso emprender un nuevo camino, en que lejos de hallarse alguna senda, sea necesario practicarla por entre los obstáculos, que el despotismo, la venalidad y las preocupaciones han amontonado despues de siglos ante la felicidad de este continente. Las palabras de Moreno desmienten esta calumnia, y ellas forman el verdadero y único programa del 25 de Mayo de 1810.

«Si mi madre me viera por dentro, no tendría esos temores con que ahora me mortifica». Doña Paula insistió en pintarle los peligros de la calumnia; sabía que le lastimaba el alma, pero a su juicio era un dolor necesario, porque temía para su hijo la caída de Salomón. La madre de don Fermín creía en la omnipotencia de la mujer. Ella era buen ejemplo.

La madre de don Fermín vivía en perpetua zozobra; pero no desmayaba. «Ya que él quería perderse, allí estaba ella para salvarle». Era lo principal visitar al Obispo, conseguir que la murmuración, la calumnia o lo que fuese, no llegara a su Ilustrísima. Doña Paula pasaba gran parte del día y de la noche en palacio.

, ¡ya! ¡ya! y por eso hablo yo: porque estas cosas, en tiempo. ¿Te acuerdas de la Brigadiera? ¿Te acuerdas de lo que me dio que hacer aquella miserable calumnia por ser noble y confiadote?... Fermo, te lo he dicho mil veces; no basta la virtud, es necesario saber aparentarla. Yo desprecio la calumnia, madre. Yo no, hijo. ¿No ve usted cómo a pesar de sus dicharachos yo los piso a todos?

»Multitud de pensamientos encontrados, y todos tristísimos, cruzaban por mi mente; pasaban y volvían con persistencia cruel. »Por un breve momento insistí en imaginar aún que podría ser calumnia la delación anónima, pero pronto huyó de esta idea consoladora. Es la única que no ha vuelto.

Caminando hacia el Barrio Alto, Andrés a la derecha, yo a la izquierda, conté al buen viejo cuanto me pasaba; los dichos de Castro Pérez, la hipócrita calumnia de Ricardo, y por último, le hablé de mis esperanzas. No te apenes; me decía conmovido no te apenes que no hay para qué; eso es cosa diaria y corriente en Villaverde.

He aquí a la buena Francisca elevada al papel de confidente... Se calumnia al decir que no tiene corazón, y todo el mundo es injusto con ella... Es, sin embargo, la única que me ha comprendido... Qué buena y segura amiga... ¡Pensar que estoy enamorada!... Es lindo el amor, pero triste... Y hasta hace un poco de daño... 16 de febrero.

¡Va a estallarme la frente! ¡Madre, por Dios! sosiéguese usted. Nunca la he visto así... ¿Pero qué pasa? ¿qué pasa?... Todo es calumnia.... ¡Y qué pronto... qué pronto... la han urdido! ¡Qué Brigadiera ni qué señoronas... si no hay nada de eso... si yo le juro que no es eso... si no hay nada! No tienes corazón, Fermo, no tienes corazón. Señora, ve usted lo que no hay... yo le aseguro....

Pepe añadió: Menos las enfermedades, escaseces, disgustos y otros obsequios... Con todo lo cual se prueba el temple del alma y se depura la virtud. La desgracia es el crisol de la fe. Y pasa uno la vida que es un gozo: aunque yo creo que eso de someternos a pruebas es calumnia que levantáis al Ser Supremo. ¡Ah! ¿Llamas a Dios el Ser Supremo? ¿Eres libre pensador? ¡Quién sabe lo que uno es?