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El cronista de los Reyes Católicos Hernan Perez del Pulgar, refiriendo los desastres venidos sobre España con el establecimiento de la Inquisicion, dice lo siguiente: «Falláronse especialmente en Sevilla é Córdoba i en las cibdades i villas del Andalucia en aquel tiempo cuatro mil casas é mas, moraban muchos de los de aquel linaje: los cuales se absentaron de la tierra con sus mujeres é fijos.

De V. Ex.^a Sieruo del Alma. Ant. Perez. Sep. 1604. Bibl. Nac. de París, Fr., 3.652, fol. 28. Colección Morel Fatio, núm.

No pequeña parte del libro del Sr. García Pérez la ocupa otro linaje de escritores, que por su casta y creencias se pueden agrupar, y cuyos escritos y vidas eran hasta ahora muy poco ó nada conocidos, á no ser por sujetos de mucha erudición ó muy consagrados á un estudio especial.

El jueves estuve a oír a Pérez en el Congreso y ayer a Marconi en Hugonotes. ¡Qué discurso, queridos, qué discurso! Se metió a todos los diputados en el bolsillo. ¡Y el decir que había a mi lado una señora que sostenía que López habla mejor! No cómo me contuve. Pero éste me tocó con el codo y me dijo al oído que era prima de una cuñada de López y me reprimí.

Por ambas partes corrió la sangre en abundancia, y después de la refriega, Martín Pérez de Irizar apresó a Juan Florín, a sus barcos y a toda su gente. De los piratas murieron treinta hombres y quedaron heridos más de ochenta.

La guardaré como en depósito, para devolverla más adelante...» Y ocultó la alhaja en el fondo de un cajón, junto a algunas otras joyas que recibiera de su madre. A los pocos días, el capitán Pérez pidió a Coca en matrimonio... Y Laura, yendo con su hermano a visitar a Vázquez, le contó toda la historia, rogándole no fuera a suponer un manejo torpe y desleal de parte de Coca...

El error viene de otro libro muy semejante que apareció más tarde bajo cubierta de El conocimiento de las naciones, que Antonio Pérez, Secretario de Estado de la Majestad de Felipe II, escribió desde su prisión al Rey Felipe III después de haber heredado, año de 1598.

«Acaso lleguen a tus oídos ciertas murmuraciones de las gentes de Villaverde. Dicen que soy novio de Gabriela. Ya me imagino quién inventó eso. Las Castro Pérez que odian a la señorita Fernández, o Ricardo Tejeda que ha estado muy enamorado de la niña. Hoy me le hallé en la botica, y no me habló, ni siquiera se dignó saludarme.

¡Bien! ¡Bien! A las nueve.... ¡A las nueve en punto!... Me gusta mucho la exactitud. Iba yo a seguir la conversación; pero el abogado me interrumpió bruscamente y tendiéndome la mano me dijo: ¡Adiós! ¡Que usted se divierta! No bien me separé de Castro Pérez, cuando a mi espalda un ruido de carruaje ligero.

Otro es el ilustre novelista D. Benito Pérez Galdós, embebido noche y día en un intenso trabajo literario, aprovechando todos los momentos de la existencia para preparar y escribir sus obras inmortales. Abandonemos, pues, para siempre el romanticismo bohemio, plaga de nuestra literatura, que degrada al escritor y lo pone a merced de los intrigantes políticos y de los especuladores avaros.