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Estando aquì el Virrey, D. Diego viene Al asiento llamado de Tomina, A un Corregidor, que el pueblo tiene, Al punto que lo con èl camina, Prendiendole, que quiere que se suene Que èl mismo á le prender se determina: A Potosì lo lleva diligente, Y el pobre de D. Diego v

Con pocos de éstos pudiera Conducir una galera Á la China, desde aquí, Don Fadrique de Toledo. Pido mano, doy turrón. 1650 DO

Y de allí el Viracocha se partió y vino haciendo sus gentes, como ya habeis oido, hasta que llegó al Cuzco; donde llegado que fué, dicen que hizo un Señor, al cual puso por nombre Alcaviza, y puso nombre ansímesmo á este sitio, do este Señor hizo, Cuzco; y dejando órden como despues quél pasase produciese los orejones, se partió adelante haciendo su obra.

Viniendo de la iglesia una mañana Que habia sacrificio celebrado, Una comadre mia, Mariana, De su pequeña choza me llamaba En una isla, antes la tirana Le habia á su marido sepultado: Y oid lo que me dice muy gozosa, Aunque del hecho suyo recelosa.

DE CÓMO EL TÍO MANOLILLO HIZO QUE DO

No qué puede querer Quien tanta riqueza tiene. DO

Me están volviendo tarumba las emanaciones de esas aves, de esas especias, de esas frutas, de esos licores que parecen, llevar en gérmenes de vida y nos infunden aliento y júbilo. Repara en la incitante belleza do esas mujeres: ¡qué miradas! ¡qué senos! ¡qué admirable configuración la de sus cuerpos! ¡qué encantadora risa en sus labios! Pero ¿no te vuelves loco como yo?

Las reynas de la humana hermosura Salieron de do estaban retiradas, Mientras duraba la contienda dura: Del arbol siempre verde coronadas, Y enmedio la divina Poesia, Todas de nuevas galas adornadas. MELPOMENE, TERSICORE, Y TALIA, POLIMNIA, URANIA, ERATO, EUTERPE, Y CLIO, Y CALIOPE, hermosa en demasia

Tomáronle declaracion á este, no declaró nada; y habiéndole probado que se habia asomado al balcon, por tamaño delito fué condenado á pagar quinientas onzas do oro, y dió las gracias á los jueces por su mucha benignidad, que así era costumbre en Babilonia, ¡Gran Dios, decia Zadig entre , qué desgraciado es quien se pasea en un bosque por donde haya pasado el caballo del rey, ó la perrita de la reyna! ¡Qué de peligros corre quien á su balcon se asoma! ¡Qué cosa tan difícil es ser dichoso en esta vida!

Luego se puso en pie, y en un momento Me pareció, que dió con la cabeza Mas allá de las nubes, y no miento: Y no perdió por esto su belleza, Antes mientras mas grande, se mostraba Igual su perfecion á su grandeza: Los brazos de tal modo dilataba, Que de do nace adonde muere el dia Los opuestos estremos alcanzaba.