United States or Philippines ? Vote for the TOP Country of the Week !


Igual suerte estaba reservada al corregidor de Quespicancha , que salvó la vida, abandonando sus ricos almacenes, y mas de 25,000 pesos que tenia acopiados en las arcas del fisco. Estos despojos, repartidos generosamente entre las tropas, dilataron la esfera de accion de estos tumultos.

gustaré dijo el Corregidor ; y sálgase Costancica allá fuera, y prométase de lo que de su mismo padre pudiera prometerse; que su mucha honestidad y hermosura obligan a que todos los que la vieren se ofrezcan a su servicio.

Pero ¿qué extraño es que así suceda si el corregidor y todos los demás de cabildo no tienen sueldo ni gratificación señalada por sus oficios?

A este fin dispuso que la columna del cargo de D. Manuel de Castilla, corregidor de Paruro, siguiese el camino del pueblo de Macari, donde habia de hacer alto, para esperar las órdenes posteriores.

Pero, aun con esto, es preciso que el administrador cele sobre el corregidor y todos los demás para que hagan algo, que, por más cuidado que ponga, nunca se trabaja ni aun la cuarta parte de lo que se pudiera; pues antes que salgan del pueblo dan regularmente las ocho de la mañana, y sólo a las nueve, o después, comienzan a trabajar, lo que ejecutan como forzados.

El corregidor, antes que oyese tiro alguno, pasó á casa de D. Manuel de Herrera, y le rogó encarecidamente saliese con él por las calles á apaciguar el tumulto, para ver si con su respeto conseguia lo que no habia podido lograr despues de haber empleado muchos medios; á que le respondió no era ya tiempo, y siguió jugando tranquilamente con el cura de Sorasora, D. Isidoro Velasco, y otros, á quienes interesaba poco la consternacion en que estaba el pueblo.

La misma idea se repite en La dama corregidor, de dos ingenios, y en la comedia anónima La mujer juez de su marido. Están en las obras de D. Jerónimo Cáncer: Madrid, 1651, reimpresas en Lisboa en 1659.

Estando una legua distante del pueblo, situado á cuatro del rio, salieron sus indios á recibirnos, convidándonos, en lengua española, de que al principio nos espantamos. Preguntámosles, qué señor tenian, y quien era su corregidor? Respondieron que eran de cierto noble español, llamado Pedro Anzures.

Y al momento fué a avisar al Corregidor de lo que pasaba, y de como estaban dos caballeros en su posada, que venían por Costanza. Acababa de comer el Corregidor, y con el deseo que tenía de ver el fin de aquella historia, subió luego a caballo y vino a la posada del Sevillano, llevando consigo el pergamino de la muestra.

Pues mil argumentos de su especie tengo listos para que se corte el proceso. Y buenas noches, señor Visitador, que las horas vuelan y la palabra es palabra. Y paso entre paso, el corregidor siguió camino de la cárcel.