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La Providencia habrá querido darle este suplicio de condenado, haciéndolo carcelero y guardián del que estaba destinado desde lo alto a vengar la República, la Humanidad y la Justicia.

Ese hombre, eres me dijo exhalando en un grito inmenso toda su alma, y dejándose caer abandonada y trémula entre mis brazos. ¡Oh! qué feliz soy añadió sollozando de placer ¡Dios! ¡y ! La memoria es un don funesto. ¡La memoria, que nos trae en la desgracia, el encendido recuerdo de la felicidad perdida! ¡Oh! ¡la memoria! ¡Si Satanás no tuviese memoria, no estaría condenado!

El americanismo, el enemigo de los europeos condenado a gritar en francés, en inglés y en castellano: ¡Mueran los extranjeros! ¡Mueran los unitarios! ¡Eh! ¡Eres , miserable, el que te sientes morir, y maldices en los idiomas de esos extranjeros, y por la Prensa, que es el arma de esos unitarios! ¿Qué Estado americano se ha visto condenado, como Rosas, a redactar en tres idiomas sus disculpas oficiales para responder a la Prensa de todas las naciones, americanas y europeas a un tiempo?

Y cuando hubiera podido amar a ese muchacho, cuando se hubiera sentido orgulloso de confesarlo por hijo suyo, veíase condenado a olvidarle, a comprimir en lo más secreto de su corazón los fuertes impulsos de su ternura. Lo mejor que podía hacer en favor de este hijo suyo era marcharse y no verle nunca más... Había de ahogar en germen ese amor que hubiera sido para él un verdadero consuelo.

Un ermitaño, que ha pasado su vida en ejercicios de piedad y prácticas de virtud, cae en las garras del demonio por sus dudas de la misericordia de Dios, y al fin es condenado; al contrario, un criminal cuya existencia ha sido una serie no interrumpida de sangrientos delitos de todo género, alcanza al cabo la gracia divina.

Al tal D. Luís tocóle para su daño hacia 1591, ser juez en una causa por la cual fué condenado un reo, el cual tenía algunos parientes y amigos que con gran ahinco trabajaron por librarle de la pena, sin que pudiera conseguirlo, pues Sumeño de Porras se mostró inflexible.

El hombre que se dedica á la ocupacion que se le adapta, disfruta mucho, aun entre las fatigas del trabajo; pero el infeliz que se halla condenado á tareas para las cuales no ha nacido, ha de estar violentándose continuamente, ya para contrariar sus inclinaciones, ya para suplir con esfuerzo lo que le falta en habilidad.

Descubierto su crímen y reducido á prision, ha sido condenado á «cinco dias de ayuno en la prision, extrañamiento del canton por diez años y cuarenta palosEste es el tenor testual de la sentencia. Como esta he tenido ocasion de leer otras de diferentes cantones. Como documento original, he creido conveniente apuntarle en mi libro.

En resolución: yo noto que me falta vocación para la política. Soy más a propósito para la contemplación que para la acción. Créame usted, yo lo haría detestablemente; me desluciría si me metiese a repúblico. ¿Por qué hemos de ser todos actores en tan pesado drama, que dura siempre sin que se llegue jamás al desenlace? ¿No basta que esté uno condenado a ser espectador?

«A don Antonio de Castroverde, por este tiempo le prendieron los alcaldes de la Real Audiencia y está condenado en vista á cortar la cabeza y en revista le condenaron á degollar y le degollaron en sábado de Ramos 8 de Abril de 1623 años» .