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Este poseía ordinariamente un apetito excelente, apropiado a su grande humanidad. Ahora, sobreexcitado por el aire del mar y algunas horas de ayuno, era voraz. Comió sin dejar migaja, sin cortedad alguna, cuanto le ponían delante; y eso que Cecilia, como podrá suponerse, no tenía la mano corta en servirle. Cuando empezaba a comer, Gonzalo perdía la vergüenza.

Era horrible el contraste de la fisonomía escuálida y de los rostros alegres. Era la reconvención y la culpa; aquélla, agria y severa; ésta, indiferente y descarada. Todos aquellos víveres han sido aquí traídos de distintas provincias para la colación cristiana de una capital. En una cena de ayuno se come una ciudad a las demás. ¡Las cinco!

No sólo el buen y mal consejo, el fin feliz y desdichado, el ayuno, la oración y su hermana la limosna; la esperanza de larga vida, la vergüenza de recordar los propios pecados, salieron á la escena como seres vivientes que obraban y hablaban entre , sino también la sangre de Abel, la vigilia de los muertos, y especialmente el Creator omnium, Vir fortissimus, Homo natus de muliere, paucitas dierum, el más y el menos, y hasta los diversos tiempos del verbo, como regno, regnabo, regnavi.

Una noche en que el traspunte se sentía, por el ayuno forzoso de muchos días, más enamorado que otras veces, dijo algunas palabras rápidamente al oído de María y se perdió entre los bastidores.

Pero con todo, y a pesar de ello, le afirmaron que él ideal de la vida no es la existencia en el seno de la Naturaleza, ni la fecunda guerra del trabajo ni la pasión de la verdad o del arte, sino la muda y estática contemplación de lo divino, el celibato estéril, el claustro, la pobreza, el ayuno, el desprecio de mismo y el ansia de llegar a la muerte como a puerta mágica desde cuyo umbral se perciben los eternos albores del paraíso de los justos.

Pedro con sus grandes ojos abiertos seguía la corriente del agua. ¡Qué serio te has puesto, Periquillo!... ¿Te vas aprovechando de los consejos del agua?... ¡No pongas esos ojazos, hombre, que me asustas! La joven reía sin cesar y sin motivo, como quien se desquita de largo ayuno. Eran sus carcajadas sonoras y claras, pero no en tono agudo, sino grave.

Pero, ¿cuáles son, dónde están mis méritos? ¿Dónde las mortificaciones, la larga oración y el ayuno? ¿Qué he hecho yo, Dios mío, para que me favorezcas?

2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese obrado justicia, y que no hubiese dejado el derecho de su Dios; pregúntanme derechos de justicia, y quieren acercarse a Dios. He aquí que en el día de vuestro ayuno halláis lo que queréis; y todos demandáis vuestras haciendas. 4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente.

11 Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, lo hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado. 12 Y promulgaron ayuno, y asentaron a Nabot a la cabecera del pueblo.

No estoy buena dijo la mujer mística restregándose entrambos ojos, como si los tuviera doloridos por la vigilia ó cansados de mirar. Siento un calor aquí dentro ... y una agitación ... Pero es del ayuno, hermana; es del ayuno. Pues debe usted moderarse. Descanse unos días. , lo haré, y esta semana no rezaré oración doble, como hasta aquí, y suprimiré horas por la noche.