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Y cuando sus amigos le amenazaban con una revolución, el junker feroz se llevaba las manos á los ijares, lanzando las más insolentes de sus carcajadas. ¡Una revolución en Prusia!... Nadie como él conocía á su pueblo. Tchernoff no era patriota. Muchas veces le había oído Argensola hablar contra su país.

De Pas oyó gritos, carcajadas y las voces roncas y metálicas del piano desafinado.

Mira, hijo, que si me llego á con este cinto mío y empiezo á darte zurriagazos lo vas á sentir de veras, dijo Simón entre las carcajadas de todo el concurso. Pero se hace tarde, Reno, y cuando los polluelos empiezan á piar contra gallos viejos como yo, es hora de que vuelvan al gallinero. ¡No, no, venga otra canción! gritaron muchos. ¡Que cante Sabas!

Un día, para correr mejor, se había puesto en cuatro patas: era una exhalación. ¿Cómo? preguntaba don Mateo asombrado, ¿en cuatro patas? Lo que usted oye. Sanjurjo se reía a carcajadas, afirmando que había aprendido a correr así de niño, cuando su cojera era más pronunciada y no podía competir con los compañeros.

Á ver si haces buena provisión para cuando volvamos. Trae el gaznate ileso, que lo que es cerveza y vino no te faltarán, arquero, gritó una voz entre la multitud, respondiéndole grandes carcajadas. Estrechar filas, que aquí la calle es callejuela, ordenó Simón. ¡Por vida de! Allí está Catalina, la molinerita, más preciosa que nunca. ¡Au revoir, ma belle!

Sólo Ruperto Henzar continuaba tan contento como siempre, y según decía Juan, riéndose a carcajadas porque el Duque ponía siempre de guardia a Dechard cuando la señora de Maubán se hallaba en la celda del Rey; precaución no del todo inútil por parte de mi prudente hermano.

Lilí se reía a carcajadas al ver a su padre forcejeando por sacar la cabeza del saco negro, y corrió a Paquito para decirle al oído un secreto muy grande, muy grande... ¡Pero qué tonto es papá!...

Aquello nada tenia da curioso, porque era artificial: era una fiesta de sub-prefectos y alcaldes principalmente. Lo que llamaba la atencion era el largo cordon de grupos de paisanos, llenos de curiosidad, impacientes pero joviales, á veces burlones, que hacian estallar sus estentóreas carcajadas al derredor de las estaciones de la línea.

Todo esto ha desaparecido. Las carcajadas burlonas, penetran como veneno mortal en el corazón del Indio que paga y sufre, y son tanto más ofensivas cuanto más parapetadas están: las antiguas enemistades entre diferentes provincias las ha borrado una misma llaga, la afrenta general inferida á toda una raza.

¡Quieto, Fidel! Apenas se había llevado a feliz término la reconciliación de los novios oyéronse en el parque altas y alegres voces y carcajadas. ¿Cómo? ¿Están ahí Visita y Cirilo? exclamó Elena con el semblante iluminado de alegría. Y acto continuo salió corriendo de la glorieta. Clara y Tristán la siguieron. Los dos huéspedes venían acompañados de don Germán conversando y riendo.