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13 Estas cosas he escrito a vosotros que creéis en el Nombre del Hijo de Dios; para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el Nombre del Hijo de Dios. 14 Y esta es la confianza que tenemos en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

Y la escuálida chiquilla miraba maliciosamente a su amiga gozándose en su mal humor y en la inquietud de Ramoncito. Yo no tengo gana de saber nada. Ya lo oye usted, Ramón. Esperanza no tiene gana de oir hablar de sus novias. Yo bien por qué es, pero no lo digo.... ¡Qué tonta eres, chica! exclamó aquélla con verdadero enojo.

11 Me harás saber la senda de la vida; plenitud de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre. 1 Oración de David. Oye, oh SE

No oye misa, y eso que ningún trabajo le costaba, puesto que podría oírla sin salir de casa. ¿No será un hipócrita? ¿No continuará tan apóstata como antes? ¿Salvará su alma? Mi señora Emperatriz y mi señor don Restituto respondió el Padre Alesón , ¿les merece confianza mi dictamen? ¿? Pues helo aquí, por lo sucinto: Belarmino es un cuitado; Belarmino carece de alma racional.

«¿Qué dices? preguntó después como quien sostiene un diálogo . Habla más alto, que con el ruido del órgano no se oye. ¡Ah!, ya entiendo... Estate tranquila, que aunque me maten, yo te lo traeré. Ya sabrán quién es Mauricia la Dura, que no teme ni a Dios... Ja ja ja... Mañana, cuando venga el capellán y bajen esas tías pasteleras a la iglesia, ¡qué chasco se van a llevar!».

Pero, por muy bribona que sea, oye lo que tengo que decirte... Mi prometido... era el único marido posible para ... ¿Por qué? Porque es uno de los raros jóvenes que desprecian la fortuna... Desprecio no recíproco, ¿verdad?... No recíproco confirmó Francisca muy sombría. El es rico y le es fácil ese desprecio... yo, soy pobre y quiero vivir...

Oye, dijo la del Banco, volviéndose de repente a la Regenta ¿quién será esa cadena? ¿Qué cadena? preguntó con voz temblorosa Anita. Bah, la que sujeta a Mesía, la mujer que le tiene enamorado de veras. ¡Ah, infame! quien tal hizo que tal pague.... Pero ¿quién será? Qué... yo... ¿Te atreverías a preguntárselo? Dios me libre. Debe de ser casada... ¡Jesús!

Plutón ya no refunfuñaba al oír las recias pisadas de aquellos hombres. Hullin, muy pensativo, con la cabeza entre las manos y los codos apoyados en la mesa, escuchaba cuantas noticias le transmitían. Señor Juan Claudio, se nota gran movimiento hacia Grand-Fontaine; se oye galopar. Señor Juan Claudio, el aguardiente se ha helado. Señor Juan Claudio, varios me han pedido pólvora.

19 Oyendo cualquiera la Palabra del Reino, y no entendiéndola, viene el Malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; éste es el que fue sembrado junto al camino. 20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo. 21 Mas no tiene raíz en , antes es temporal; que venida la aflicción o la persecución por la Palabra, luego se ofende.

D. Felicísimo prorrumpió en risas, diciendo: ¡Qué cabezas pone un vaso de vino! ¡Vaya un par de camaradas!... El uno ve visiones, y el otro oye terremotos.... Abur, abur. Hasta mañana. Cuando se fueron, D. Felicísimo se quedó solo.