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El coche pasaba con la rapidez de una exhalación, y pronto dejó de oirse detrás el ruido de pisadas de caballos. Ya estaba clareando; nubarrones de plomo corrían a impulsos del viento, y en el fondo del cielo rojizo y triste del alba se adivinaba un pueblo en un alto. Debía de ser Viana.

En estas cosas pensaba Basilio al visitar la tumba de su madre. Disponíase á volver al pueblo, cuando creyó ver una claridad proyectada en medio de los árboles y oir una crepitacion de ramas, ruido de pisadas, roce de hojas... La luz se extinguió pero el ruido se hizo cada vez más distinto, y pronto vió una sombra aparecer en medio del recinto, marchando directamente hácia donde él estaba.

¡Perla! ¡Perlita! exclamó después de un momento de pausa; y luego, con voz más baja, agregó: Ester, Ester Prynne, ¿estáis ahí? ; es Ester Prynne, replicó ella con acento de sorpresa; y el ministro oyó sus pisadas que se iban acercando. Soy yo y mi pequeña Perla. ¿De dónde venís, Ester? preguntó el ministro. ¿Qué os ha traído aquí?

Otros vestigios en otra direccion, que se dexaban ver siempre al ras de la arena al lado de los piés delanteros, me demostráron que tenia las orejas largas; y como las pisadas del un pié eran ménos hondas en la arena que las de los otros tres, saqué por conseqüencia que era, si soy osado á decirlo, algo coxa la perra de nuestra augusta reyna.

Con esta nueva fué inexplicable la alegría que mostraron los españoles esperando en su valor poder dar su merecido á aquellos infames, lo cual debía de temer ó pronosticárselo su corazón presagioso al capitán de los enemigos, pues vistas en San Francisco Xavier tantas pisadas de caballos, sospechó que estaban prevenidos los españoles y quería volverse atrás, lo cual hubiera ejecutado á no haberle dicho algunos indios del país que poco antes había pasado por allí el ganado de la Reducción de San Francisco Xavier.

Se deslizaba á hurtadillas, con pisadas tan cautelosas y aspecto tan precavido como un ladrón que penetra en una alcoba donde hay un hombre medio dormido, ó quizá completamente despierto, con el objeto de hurtar el tesoro mismo que este hombre guarda como la niña de sus ojos.

Las últimas personas que habían quedado rezando en la antigua capilla del Santísimo Sacramento, se habían ido, resonando sus pisadas sobre las baldosas hasta que hubieron desaparecido, y yo me encontré solo con la figura silenciosa y casi extática del hombre a cuyo lado, un año antes, había estado de pie en el Grand Circle del teatro Imperio, mirando y criticando una danza.

Cumplido tan santamente su noviciado, pasó á los estudios mayores, donde juntando el fervor y devoción con las ciencias, concibió ardientes deseos de consagrarse á Dios más estrechamente en las Misiones de las Indias y seguir más de cerca las pisadas del glorioso apóstol San Francisco Xavier.

Algo más lejos oyeron pisadas de caballos, y se detuvieron. Venían hacia ellos. Apartáronse un poco del camino y se escondieron entre los arbustos de las márgenes del río. No tardó en aparecer una recua de mulos: el arriero montado sobre uno de ellos. Es el tío Pedro, el mantequero dijo Rosa al oído de Andrés. ¡Fortuna que no nos haya visto!

Oíase el paso de las cigarreras que regresaban de la Fábrica; no pisadas iguales, elásticas y cadenciosas como las que solían dar al retirarse a sus hogares diariamente, sino un andar caprichoso, apresurado, turbulento.