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Actualizado: 27 de septiembre de 2024
Papá ha almorzado solo, porque tenía una cita, y no vendrá hasta las tres: dijo, tendiendo a Pepe la mano, que él retuvo un instante entre las suyas. Pues me voy. ¡No! Ya me he cuidado de decir que tenía yo que venir al despacho. Me repugna esto de quererte a hurtadillas. A mí también; pero, ¿qué remedio? ¡Está bueno lo que pasa! el riesgo es mío y el miedo tuyo.
Se le puede interrogar, seguro de que responde: ¡de algún elegante caballero, y de más de uno, se sabe que ha robado a hurtadillas una flor de un sombrero, o ha besado sus cintas largamente, con un beso entrañable y religioso!
Don Paco obedecía y venía, de suerte que de diario Juanita le veía entrar, cuando ella estaba en la antesala, si bien don Paco, desdeñado y despedido, no se detenía a hablar con ella y pasaba de largo, limitándose a decir buenas noches. Juanita contestaba al saludo con fingida indiferencia; pero a hurtadillas miraba a su antiguo pretendiente, y cada ves que le miraba le encontraba mejor.
Desde entonces comenzó a observar con intensa atención los movimientos de su esposa, a reconocer a hurtadillas todos los cacharros que había en el aparador, a dirigir rápidas y penetrantes miradas a aquélla cada vez que gustaba los alimentos. Cierta noche, después de comer, no sintiéndose con ganas de salir, se acomodó en una butaca y pidió que le hiciesen te.
La maligna Amaranta reíase a hurtadillas de mi embarazo, y más atizaba con sus artificiosas palabras la inclinación y repentino afecto del inglés hacia mi persona. Hoy dijo lord Gray hay en Cádiz gran cuestión entre españoles e ingleses. No sabía nada exclamó Amaranta . ¿En esto ha venido a parar la alianza? No será nada, señora.
Pareció que consideraba mi extrema juventud con un poco de desconfianza; sin embargo, dijo con un profundo suspiro: En aquel tiempo, yo era un muchacho tímido y no encontraba el valor necesario para hablar. ¡En esos primeros años de locura se siente uno tan transportado, si obtiene siquiera un apretón de manos a hurtadillas! Se figura uno que el mismo matrimonio no podrá ofrecer un deleite mayor.
»Ya estaba armada de punta en blanco: nuevas combinaciones de luces y de espejos para verme a mi gusto por todas partes, y ensayar actitudes, movimientos y sonrisas, y sorprender a hurtadillas la grata impresión de todo ello en las caras de las tres espectadoras.
Mas hete aquí que a lo mejor nuestro mancebo comienza a estar serio y taciturno delante de ella, y a clavarle a hurtadillas unos ojazos que daban susto.
Sus amigos, que le conocían bien, descubrían en él menos entereza para desempeñar el papel de libertino, y a menudo se le clareaba la buena índole al través de la máscara. A Maximiliano le contaron que habían sorprendido a Olmedo en el Retiro estudiando a hurtadillas. Cuando le vieron sus amigos, escondió los libros entre el follaje, porque le sabía mal que le descubrieran aquella flaqueza.
Ni educanda encerrada que aguarda el día de salida para ver al primer muchacho que a hurtadillas le oprime la mano, y con quien soñó castamente en el lecho virginal del convento; ni príncipe en vísperas de ser coronado rey; ni miserable usurero a punto de cobrar; ni madre de marino que en la costa espera el navío donde su hijo torna, nadie se impacientó ni desesperó tanto como el pobre don Juan.
Palabra del Dia
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