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No bastaba una conferencia para curar un alma, ni acudir con enfermedades viejas y descuidadas era querer sanar de veras. De todo esto se deducía racionalmente, aparte todo precepto religioso, la necesidad de confesar a menudo. No se trataba de cumplir con una fórmula: confesar no era eso.

Que qué diría el pueblo de Santa Cruz al ver llevar preso á un pobre religioso porque predicaba la fe.

La regla del silencio se observaba con toda escrupulosidad: cada religioso se ocupaba en su celda en la oracion y meditacion, ó en el estudio; los no profesos se dedicaban á las faenas de la labranza y del cultivo; la comunidad solo se reunia en el coro, en el refectorio, en el capítulo y en las aulas.

Del espíritu del cristianismo nace, efectivamente, el sentimiento de igualdad, viciado por cierto ascético menosprecio de la selección espiritual y la cultura. De la herencia de las civilizaciones clásicas nacen el sentido del orden, de la jerarquía y el respeto religioso del genio, viciados por cierto aristocrático desdén de los humildes y los débiles.

Corria el año 1521 cuando el obispo D. Alonso Manrique, llevado esclusivamente de su celo religioso, concibió el fatal proyecto de levantar en medio de la mezquita una capilla que pudiese rivalizar con las mejores de aquel siglo. Comunicólo al cabildo, halló desgraciadamente en él no solo proteccion, sino entusiasmo, y puso dos años despues, en 7 de setiembre, la primera piedra de la nueva obra.

Después le dejó casi todo el dinero, que llevaba en el bolsillo. Pues bien, el célebre antropólogo estaba pesaroso, descontento de mismo. Sabía muy bien que los llamados sentimientos de humanidad y filantropía son, como el sentimiento religioso, peculiares de las sociedades primitivas.

¿Y usted, Maltrana, es también de los que le creen judío? Yo no creo nada cuando faltan pruebas y sólo hay inducciones. Pero los que opinan así no se apoyan en el vacío. Aquel hombre extraordinario tenía todos los caracteres del antiguo hebreo: fervor religioso hasta el fanatismo; aficiones proféticas; facilidad de mezclar a Dios en los asuntos de dinero.

No se haga usted el santo conmigo, compadre; lo que le interesa sobre todo es que sea un religioso de su orden el que haya llevado a cabo la conversión; lo comprendo, una conversión como ésta podría proporcionarle un centenar de clientes, y eso vale la pena. El Cielo, hermano, es testigo de...

Y aquí tienes explicado de paso el porqué me detengo a veces en pormenores harto nimios, que desdeñaría como artista y a que no descendería como religioso.

Por último, la tonalidad general de este cuadro, que puede causar en un museo efecto poco favorable, estaría de fijo calculada conforme a la decoración y ornato del oratorio donde había de figurar. En San Antonio Abad visitando a San Pablo, ermitaño , no falta tampoco espíritu religioso, sino, por el contrario, tiene la escena todo el austero carácter que requiere su índole.