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Fray Anselmo, que musitando sus oraciones había vislumbrado la escena desde los corredores, vociferó: ¡Esto es intolerable, ya! Y dirigiéndose a Pablo: ¿No sabéis cuándo habrá recepción en Palacio? No... Como era hora de cenar, pasaron al comedor. Después del «Benedicite», el dominico preguntó al dueño de casa: ¿Quién se sienta ahora en el trono de España? Felipe II repuso doña Brianda.

Oiga, Paco; no ha contado usted á estas señoras la escena de la llegada de los condes. ¡Si vieran ustedes qué bien imita á Laura! Es morirse de risa. Vamos, Paco, describa usted la escena. , , que la describa dijeron todos. Ahora estamos jugando; más tarde repuso Paco. No, no, ahora clamaron todos.

Seguramente le había visto de lejos hablando y riendo con Leonora. Pronto sabría su madre el encuentro. Aquella muchacha parecía mirarle como cosa suya, y su gesto de mal humor era ya el de la esposa que se prepara para una escena, de celos a puerta cerrada. Como si le amagase un peligro se despidió de don Matías y sus amigos y evitando un nuevo encuentro con Remedios, salió del mercado.

¿Pues no ha dicho que te perdona las faltas que has cometido? ¡Qué virtud! ¡Qué heroísmo cristiano! exclamó Elías. ¿No te anonadas? Pero, hombre, levántate: ¿qué haces ahí de rodillas? El joven se levantó, mientras Paz ponía fin á esta vehemente y conmovedora escena, diciendo fríamente y con desdén: "Vámonos". Prepárate á acompañar á estas señoras dijo Coletilla.

»Entonces...,¡oh!, entonces, si mintió en lo que me dijo, no hay verdad que valga lo que aquellas mentiras. Si todo era una comedia, ¡qué bien la representaba! Pero, fuéralo o no para él, para era una hermosa realidad de la vida la parte que desempeñaba yo en la escena con todo mi corazón.

El sereno, que se había acercado al escuchar los primeros ajos, las condujo en aquella disposición a la cárcel municipal, en compañía de su digno jefe, mientras los vecinos, entre risueños y compasivos, contemplaban la escena por detrás de los cristales de sus ventanas.

Con Calderón, al contrario, cada resorte particular del interés tiende siempre á completar la impresión total del drama, y cada escena en , por interesante y seductora que sea, sólo tiene su verdadera significación en sus relaciones con las demás, y en su unión con cada parte del argumento, para producir un resultado único y final.

La escena en que acababa de hacer un papel tan triste se le presentaba a la imaginación cada vez con más relieve. Por más esfuerzos que hacía, no le era posible borrarla ni por un momento siquiera. Su amor propio gemía como si le estuvieran atenaceando.

Pez y Rosalía se suponían destacados elegantemente sobre aquel fondo de balaustradas, molduras, archivoltas y jarrones, suposición que, sin pensarlo, les compelía a armonizar su apostura y aun su paso con la majestad de la escena.

A don Álvaro, que no tenía con quién luchar, se le vino a la memoria la escena del columpio en que le venció el maldito De Pas.... «Pero ahora le tenía debajo de los pies». «Más valía maña que fuerza».