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Actualizado: 17 de junio de 2025
¿Escribirás hoy mismo á ese señor dando por terminadas para siempre las locuras? Sí, Padre. Muy bien: vamos á la absolución. Y musitando sus latines, el Padre Paulí bendijo á la joven al través de la rejilla: después sacó la mano por el frente del confesonario para que se la besase.
Musitando, en seguida, misteriosa frase, la anciana sacó de la gaveta de un mueble una figurilla de lienzo. La cabeza, sin facciones, estaba toda erizada de crin híspida y espesa. La cintura era ceñida, la falda ampulosa; dos largos punzones traspasaban de parte a parte la garganta.
Y en seguida, como si ya no quisiera más palique ni tuviera más ansiedades, se volvió a recostar con abandono inocente en los brazos amigos, musitando: Tengo sueño.... Salvador, acogiéndola como cuando era chiquita, todavía quiso averiguar: Y ¿qué espero, di, Carmencita? Espera que yo descanse.... Espera que amanezca y que salga el sol....
Fray Anselmo, que musitando sus oraciones había vislumbrado la escena desde los corredores, vociferó: ¡Esto es intolerable, ya! Y dirigiéndose a Pablo: ¿No sabéis cuándo habrá recepción en Palacio? No... Como era hora de cenar, pasaron al comedor. Después del «Benedicite», el dominico preguntó al dueño de casa: ¿Quién se sienta ahora en el trono de España? Felipe II repuso doña Brianda.
Fueron juntos los cuatro hacia la Estación, al paso menudo de doña Rebeca, que acentuaba su actitud de víctima musitando entre suspiros: De fuera vendrá quien de casa nos echará...; unos nacen con estrella.... Fernando y Carmen se adelantaron un poco, enveredados a la par por la mies adelante. Mostrábase el otoño benigno y dulce, y era la mañana serena y luminosa.
El más lamentable era Paul Verlaine, vagabundeando por las zahurdas del París nocturno, borracho de ajenjo. El poeta de La cabeza de fauno se sentaba junto a un vaso del glauco veneno con una hoja de papel. A veces garrapateaba algunos versos, musitando palabras confusas, o bien arrojaba la pluma con rabia, se retorcía las manos o las agitaba en el aire, con estremecimientos de epilepsia.
En amorosas citas las aves mañaneras juegan en los ramajes y se inebrian de esencias de suaves sampaguitas. Besos de sol se posan en las cabezas mustias, y ante las plantas de una Virgen de las Angustias, musitando plegarias de matinal candor, como una blanca sombra, está Mimí de hinojos desgreñada la trenza, soñolientos los ojos, princesa fugitiva de un país del amor.
Amen contestó Dupont con el rostro contraído, haciendo esfuerzos para que no le saltasen las lágrimas. El padre Urizábal empuñó el hisopo, humedeciéndolo en el calderillo y se irguió como para dominar mejor la extensión de viñas que abarcaba su vista desde la explanada. Asperges... y musitando entre dientes el resto de la invocación, echó delante de él una rociada en el espacio.
Palabra del Dia
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