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Cada día se sumergía más y más en esa llamada vida literaria que consiste en maldecir de sus compañeros y vivir constantemente preocupado de lo que hacen. Cuando llegó a casa venía de un humor extremadamente sombrío. Clara, que iba a comunicarle la visita que había tenido, se sintió tan cohibida, tan paralizada al ver su rostro contraído que no se atrevió a hacerlo.

El señor Laubepin, cuando fuí recientemente á París, para abrazar á mi hermana, me agradeció con una viva sensibilidad el honor que hacía á los compromisos que por había contraído. Valor, Máximo me dijo: dotaremos á Elena. La pobre niña no carecerá de nada, por decirlo así.

Dos años antes de esta fecha, en 1591, á causa de las deudas que Guerrero había contraído en Roma, fué detenido en Sevilla, como así se lee en el acuerdo de 21 de Agosto, en el que para tratar del asunto, se habla del dinero «que debe de Roma, por lo que está preso y mandado llamar para ver lo que en ello se haga y se traiga relación de lo que le daban en tiempo de Farfán al maestro Guerrero, de más de media ración

Saludábanse por vez primera con espontáneos movimientos de cabeza gentes que ignoraban todavía sus respectivos nombres. Durante la tarde habíanse contraído grandes amistades en la cubierta de paseo.

Su semblante, que hasta allí había ido sombrío, pálido, contraído, se dilató; su boca estereotipó su maliciosa é insolente sonrisa de bufón, sus ojos bizcos empezaron á moverse y á lanzar miradas picarescas, y su andar, sus ademanés, todo se trocó. Sacó del bolsillo un cinturón de cascabeles y se le ciñó. Luego atravesó dando cabriolas las galerías de palacio.

Mauricio acababa de arrojar un profundo suspiro y había abierto los ojos. Paseó enderredor una mirada turbada, se incorporó sobre el codo derecho y dijo con voz débil: ¡Ah! es usted, señora, la que me ha recogido, cuidado, salvado.... Usted no ha estado en peligro..., interrumpió secamente Clementina, como si no quisiera haber contraído tales méritos respecto del hijo de su enemigo. ¡No importa!

Y al asentir ¿no participó de mi secreta idea, de que para nosotros lucía aún una esperanza como aquélla? Usted me dijo ayer que, aparentemente libre, la Condesa había contraído consigo misma un compromiso irrevocable, en el cual encontraba el obstáculo para su nuevo amor. Tal era, en el hecho, su sentimiento y en muchos párrafos de este diario se encuentra su evidencia.

El capataz se alzó del suelo con el rostro contraído y sin responder á nadie, seguido de sus hombres, se lanzó por la pendiente abajo en busca de la boca de la galería que se hallaba próxima al pueblo de Carrio. Un estremecimiento de terror corrió por aquella muchedumbre. Todos adivinaron algo terrible y los siguieron. Sólo la tía Felicia, Flora y algunas mujeres permanecieron en el prado.

Resistía el sol como un peón, y el paseo era maravilloso contra su mal humor. Los perros le acompañaron, pero se detuvieron a la sombra del primer algarrobo; hacía demasiado calor. Desde allí, firmes en las patas, el ceño contraído y atento, lo veían alejarse. Al fin el temor a la soledad pudo más, y con agobiado trote siguieron tras él. Míster Jones obtuvo su tornillo y volvió.

Unos eran personajes averiados que habían contraído la costumbre de trasnochar en Madrid, otros elegantes y calaveras de Vetusta que los imitaban. Pero de esta tertulia de última hora tendremos que hablar más adelante, porque a ella asistían personajes importantes de esta historia. Eran las tres y media de la tarde. Llovía.