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Pero, eso fue para mi corazón una flecha que lo atravesó de parte a parte, tanto más, cuanto no me atreví a decírselo jamás a mi esposo ni a mi hijo; porque yo había sido colmada, durante mi infancia, de todas las bondades de aquella augusta casa, cuyo nombre habíame mi madre enseñado a venerar desde mi niñez.

Este, siempre sonriendo, se levantó, atravesó el salón con admirable aplomo y fué á ofrecer el brazo á la cantante. Los dos de pie, en medio de la concurrencia, parecían desafiar la suerte. La altiva frente de Jenny no se bajó y la cantante entró con paso firme en aquel salón, donde sabía que se iba á decidir su porvenir.

Mientras corrió el tren por los campos de España, todavía la imagen de la chula venía de vez en cuando a turbar su espíritu. Pero en cuanto atravesó la frontera se le borró por completo.

En ese momento mismo Martín entraba en el salón. Mira que ahí está don Camilo, Valentina, no te rías; acaba de entrar. ¿? pues lo voy a ver para darle las gracias y, dejándonos en la sala, atravesó el patio, donde don Camilo era recibido por los padres de Martín.

Simoun desapareció, seguido de una multitud de admiradores. En aquel momento supremo su buen corazon triunfó, olvidó sus odios, olvidóse de Julî, quiso salvar á los inocentes y decidido, suceda lo que suceda, atravesó la calle y quiso entrar.

Febrer atravesó el recibimiento, abrió la puerta de la escalera y empezó a descender los suaves peldaños. Sus abuelos, como todos los nobles de la isla, construían en grande. La escalera y el zaguán ocupaban una tercera parte de los bajos de la casa.

Dió una última mirada a la casa, y marchó más aprisa; atravesó la plaza de la Victoria, y desviando sus ojos de la Bolsa, bajó la barranca que lleva a la estación y entró en los descuidados jardines del paseo de Julio; en un banco apartado descansó un rato, dando vueltas en sus manos al junco, y en su cabeza a la idea de suicidio, que le dominaba.

Al día siguiente de aquel en que Delaberge había ayudado a la señora Liénard al arreglo de sus jarrones, Simón Princetot, terminado el almuerzo, atravesó la cocina del Sol de Oro y se dirigió hacia la escalera que conducía a la habitación roja. Había ya puesto el pie sobre el primer escalón cuando la señora Miguelina que le seguía con mirada ansiosa, le preguntó: ¿Dónde vas?

, Wittmann; los días son cortos, y los caminos, a través de los bosques, difíciles después de las seis; tengo que llegar a buena hora. Entonces, buen viaje, maestro Juan Claudio. Hullin salió y atravesó la plaza apartando la vista del convoy, que estaba aún parado a la puerta de la iglesia.

En medio de ellas atravesó Blasillo la calle hasta que llegó a una enorme verja de hierro detrás de la cual había un viejo de larga y cadavérica cara, cubierto con una especie de gorro amarillo, que encuadraba de una manera extraña su horroroso rostro. BLASILLO. Tarda usted mucho, buen hombre, y ya sabe usted, sin embargo, que las balas llueven sobre los cristianos en esta maldita calle.