United States or Mauritania ? Vote for the TOP Country of the Week !


No percibía el menor sonido. Pronto distinguí los vagos contornos del cenador, cuyos peldaños subí. La puerta de madera y muy endeble, se abrió en seguida y una mujer que allí esperaba se apoderó vivamente de mi mano. Cierre usted la puerta murmuró. Obedecí y dirigí hacia ella la luz de la linterna.

Llegó día en que Maxi se expresaba con una violencia muy opuesta a su carácter pacífico, y cuando no le contradecían, se contestaba él, echando leña por propio en la hoguera de su ira; y por fin se iba refunfuñando, cerraba con golpe formidable la puerta, y bajaba la escalera de cuatro en cuatro peldaños. Por las noches el lobo se trocaba en cordero.

Las diversas cubiertas del trasatlántico descendían como peldaños, para volver a remontarse en el extremo opuesto, donde formaban el castillo de proa.

Subió casi a tientas por ella. Cuando ya estaba a la mitad llegaron a sus oídos los acordes solemnes, penetrantes, de la novena sinfonía. Se agarró con ambas manos a la barandilla para no caer. Al fin hizo un esfuerzo supremo y subió los últimos peldaños. Entró en una salita modestísimamente amueblada. El piano sonaba más allá en un gabinete cuya puerta estaba entreabierta.

Cada peldaño tenía su historia, y la pollería y el cuarto entresuelo y después el segundo tenían ese revestimiento de una capa espiritual que es propio de los lugares consagrados por la religión o por la vida. «¡Las vueltas del mundo! decía dando las de la escalera y venciendo con fatiga los peldaños . ¡Quién me había de decir que pararía aquí otra vez!... Ahora es cuando conozco que, aunque poco, algo se me ha pegado el señorío.

Al perderla, creía Gallardo haber retrocedido en su existencia. Ya no era el mismo. Creía estar algunos peldaños más abajo en la consideración social. Hasta atribuía a este abandono los fracasos en su arte. Cuando la tenía a ella, era más valiente. Al irse la gachí rubia, había comenzado la mala suerte para el torero. Si ella volviese, seguramente que renacerían los tiempos de gloria.

Al final había una puerta de donde arrancaba una escalerilla interior. Apenas hubo subido cuatro o cinco peldaños, se sintió cogida fuertemente por el brazo y dejó escapar un grito de susto. Al volverse percibió con dificultad el rostro pálido y angustiado de su novio. ¡Ricardo! ¿Qué haces aquí? Vi que salías del comedor y te he seguido. ¿Para qué?

Hasta se le figuró percibir algunas alegres carcajadas de su esposa, que le sorprendieron más que le indignaron. Por fin notó que se ponía a cenar. Dolores iba y venía con los platos. Terminó la cena. La doncella se detuvo en el comedor y prosiguió la charla. Cansado de estar en pie, se sentó en uno de los peldaños de la escalera.

Por la escalera de anchos peldaños y monumental balaústre de piedra bajaba dificultosamente, con la lentitud y el balanceo con que caminan los osos puestos en dos pies, una pareja de seres humanos monstruosa, deforme, que lo parecía más viéndola así reunida: el Arcipreste y su hermana.

Y la prueba que no se creía la noticia, es que no produjo impresión alguna, ni síntoma de mejora siquiera; el oro, en los primeros momentos, bajó cautelosamente dos peldaños, se paró en el 343, miró, olfateó, y luego volvió de nuevo al 45, y como allí sin duda no se encontraba a su gusto, subió al 46, convencido de que la renuncia del señor ministro era una guayaba de a libra; en cuanto a los demás valores, siguieron bajando la escalera de cabeza.