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Tomóla don Quijote, y, sin que echase de ver lo que dentro venía, con toda priesa se la encajó en la cabeza; y, como los requesones se apretaron y exprimieron, comenzó a correr el suero por todo el rostro y barbas de don Quijote, de lo que recibió tal susto, que dijo a Sancho: ¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos, o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza?

Aquí nos sorprendió á todos el susto y ya esperábamos que se había de hacer pedazos y correr peligro nuestra vida; pero la piadosísima Señora quiso hacernos cumplida la gracia, saliendo, así nosotros como la barca, sanos y salvos de aquel riesgo.

Rita dijo la marquesa . ¡Qué susto me has dado! ¿Cómo has llegado hasta aquí sin que nadie te haya sentido? ¿Queríais respondió que entrase con tambor y trompeta como un regimiento? Pero al menos repuso la marquesa , bien hubieras podido saludar a las gentes. Se distraen los jugadores dijo Rita ; y si no, ved vuestros naipes. Oros van jugados y ya ibais a hacer un renuncio por echarme una peluca.

Mis hermanas y mi novia me preguntan por ti todos los días. ¡Qué susto se han llevado! Iré mañana le respondí. Pero yo estaba muy lejos de esperar la orden militar e inapelable que por algún tiempo me desterrara de mi ciudad querida.

Ya lo creo; y tila, si está usted pálida como una muerta. ¿Pero por qué andaba usted a obscuras, señora? ¡Qué susto! ¡pero qué susto!... ¿Qué demonches de diablura será eso? Pues para cazar gorriones no es.... Y lo hemos roto... mire usted... pero no hubo remedio.

Las dos harpías cambiaron breves palabras frente a la víctima, que por poco se muere del susto. «A usted le conviene esta copa-brasero dijo doña Silvia , y a aquella cómoda». Hicieron subir a los mozos de cordel y se llevaron los citados objetos, después de quitarle a la cómoda la ropa y a la copa el fuego.

Cuando allá me lo fueron a decir, no me cogió de susto, porque me lo venía yo temiendo de día en día.

A me transportaron a la botica más próxima; se llamó al boticario, que dormía; bajó éste y examinó la herida. Era mayor de lo que yo pensaba. Me hizo la primera cura provisional y mandó que inmediatamente me trasladasen a la cama y se avisase al médico. Lleváronme en una silla hasta casa. No fue pequeño el susto que allí hubo al verme entrar de aquel modo.

El susto que éste llevaba en el cuerpo no le impidió sorprenderse de la confianza extraña del criado. ¡Un señor tan rico, tan noble, tan misterioso, tuteado por un criado!

Somos susto de los banquetes, polilla de los bodegones y convidados por fuerza; susténtamonos así del aire y andamos contentos.