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Diez años comprenden un periodo de renovación: diez años rara vez corren en balde, y el que mira hacia atrás suele sorprenderse del camino que se anda en una década. Mas así como hay personas, hay lugares para los cuales es insensible el paso de una décima parte de siglo. Ahí están los Pazos de Ulloa, que no me dejarán mentir.

Ahora son nuestros amos; pero mañana ¡quién sabe!» Y se pasean callados, a paso igual y triste, sin sorprenderse de nada, aprendiendo lo que no saben, con las manos en los bolsillos de la blusa: de la blusa azul, sujeta al cuello con un botón de cristal amarillo: y por zapato llevan una suela de cordón, atada al tobillo con cintas.

Hasta qué punto contradiga la segunda edicion á la primera, no hay necesidad de examinarlo aquí: solo observaré que esta contradiccion le ha sido echada en cara al filósofo aleman; y que en su primera edicion se hallan palabras tan terminantes en favor del idealismo, que no deja uno de sorprenderse cuando en la segunda se encuentra con el mismo autor, combatiendo vigorosamente el sistema de los idealistas.

Todo esto le mejoraba y embellecía indudablemente, por lo que el viejo boticario no se cansaba de mirarle ni cesaba de sorprenderse. Verdaderamente, Leto le dijo en una ocasión , que lo tenía yo pronosticado... porque, aunque no he visto mucho, los años, ¡caray! son grandes maestros y enseñan de todo... eso es.

Ulises, que estaba dispuesto á no sorprenderse de nada en este viaje extraordinario, se limitó á una exclamación de alegría cortés. «¡Tanto mejor!...» Ya no se ocupó de él, dedicándose á sacar el barco del pequeño puerto, dirigiendo su rumbo hacia la salida del golfo.

Una aprensión invencible la había imposibilitado para llevar la conversación al recuerdo de su padre. Como la irritara su propia falta de audacia y excitada por la violenta curiosidad, se decidió al fin: Ustedes trataron mucho a papá... Y miró a Zoraida, la mayor, con expresión de tímida simpatía. No parecieron en manera alguna sorprenderse.

¡No! ¡No, Muñoz! exclamó sin atinar con lo que decía. ¡Si no ha venido el cura todavía! Y llamó gritando a Raquel. Muñoz retrocedió asombrado, inquieto. La sintió, como en otros tiempos, protegida por un gran resplandor. ¿Vuelve a despreciarme, ahora? Ella ensayó una explicación. Y dirigiéndose a Raquel que acudía: Te llamé... para que le digas que no debe sorprenderse de algunas rarezas mías.

Traía maravillado esto al ingenioso Sánchez y un es no es inquieto, porque ¿cómo acordar estas costumbres metódicas y sedentarias con la existencia azarosa que su amigo había llevado hasta entonces? ¿Cómo no sorprenderse de que un hombre nacido en el arroyo y en lucha constante con la sociedad tuviese tal cuidado de retirarse cuando las gallinas?

Manuel Don Lope declaró por haberle oído frecuentemente sorprenderse de que los protestantes, estando tan versados en la Santa Escritura, predicaran errores que la palabra de Dios destruía, lo que le hacía pensar que los enseñaban no creyéndolos.

Pero luego observó que el militar, despues de comunicar con dos ó tres grupos más, se dirigió á un coche y pareció hablar animadamente con una persona en el interior. Camaroncocido dió algunos pasos y sin sorprenderse creyó reconocer al joyero Simoun, mientras sus finos oidos percibían este corto diálogo: ¡La señal es un disparo! , señor.