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»Hubo en mi afecto por esta mujer una serenidad y una limpieza harto engañosas. Me la fingí etérea, fantástica; intangible, como deben ser los ángeles; inasequible, durante la vida mortal, como es el cielo. Hoy, cuando pienso que va a caer en brazos de un hombre, en balde lucho por apartar de las imágenes que mi fantasía me traza y presenta.

Gritaba él en balde a la nube que se parase. Entonces recordó con tristeza lo que su mujer le había dicho de que, después de haber abierto la caja, no habría ya medio de que volviese él al Palacio del dios de la mar. Pronto ya no pudo Urashima ni gritar, ni correr, hacia la playa, en pos de la nube.

Nunca tuvimos un disgusto. Era lo más complaciente...; aquel abrigo ¿te gusta?; es una salida de baile que imita al capote del kronprinz en campaña...; muy bueno era Arturo. No le puedo olvidar, hijita. En balde trato de distraerme... aquel gorrito ¡qué mono! ¿no? es para la playa...; le tengo siempre presente, y no creo que pueda volver a querer a nadie como...

Empezó a olvidar algunas noches la lectura de Santa Teresa. Seguía enamorada de la Doctora sublime, pero algunas opiniones de la Santa prefería pasarlas por alto, estaban en pugna con las ideas propias; «al fin no en balde habían pasado tres siglos». Empezó Ana a comprender mejor lo que el Magistral le quería decir al hablarle de actividad piadosa.

Hubo que buscar a otro sacerdote, porque se negó rotundamente a consagrar la unión el que la primera vez viniera en balde. Muñoz ni siquiera pidió cuenta a su mujer de la huida a casa de las Aliaga. Y comprendió, ahora, aquellas palabras de Julio que tanto le habían intrigado: "La parte de la tierra ha de corresponderte a ti".

No dejó por eso de mostrarme sino que extremó más que antes su cariño y su respeto hacia ; pero cada día ponderó más lo decidido y lo invencible de su vocación. En balde fueron mis razonamientos y mis súplicas para que Lucía desistiera. Al fin tuve que ceder y que consentir. Hace ya más de un año que Lucía tomó el velo y se encerró para siempre en el claustro.

¿Y de don Rodrigo Calderón?... Lo fué; ahora creo que lo sea de otro. ¿Y quién es esa mujer? Una huérfana. Esa mujer se ha atrevido á sospechar de su majestad. Ha tenido celos, como vos podéis tenerlos. Resulta, pues dijo doña Clara terriblemente contrariada , que os he llamado en balde. Creo que no. Os veo tan decidido por esa mujer... Yo os veo más por un hombre.

Yo tengo más armas que letras, y nací, según me inclino a las armas, debajo de la influencia del planeta Marte; así que, casi me es forzoso seguir por su camino, y por él tengo de ir a pesar de todo el mundo, y será en balde cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea.

Divulgóse la nueva de lo acaecido por los lugares comarcanos, y cuando a ellos llegábamos, no era menester sermón ni ir a la iglesia, que a la posada la venían a tomar como si fueran peras que se dieran de balde. De manera que en diez o doce lugares de aquellos alderredores donde fuimos, echó el señor mi amo otras tantas mil bulas sin predicar sermón.

Tiago prefería el Derecho para tener un abogado de balde, pero no basta saber y conocer á fondo las leyes para tener clientela en Filipinas; es menester ganar los pleitos y para esto se necesitan amistades, influencia en ciertas esferas, mucha gramática parda. Cpn.