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Por el contrario, mostrábase muy duro con ella; se estaba sin hablarle semanas enteras; otras veces la reprendía con acrimonia y sin motivo: la llamaba frívola y casquivana.

Los tres cesaron de conversar para fijarse en Manos Duras, que permanecía inmóvil á un lado del camino. Moreno dió el nombre del gaucho, y Elena mostró tal interés al saber quién era, que acabó por hablarle. ¿Usted es el famoso Manos Duras, de quien tantas cosas he oído decir?... El rústico jinete se mostraba turbado por las palabras y la sonrisa de aquella dama.

También Laura solía hablarle de Julio, cuando estaban solas, y sus elogiosas referencias coincidían con la opinión íntima que de él se había formado Adriana. Un día Julio pareció transformarse en un hombre que no era el Julio habitual.

No; la escena que vuelve como una pesadilla, los personajes que sufren la alucinación de una dicha muerta, es otra cosa... Usted asistió al preludio de una de esas repeticiones... , ya que se acuerda... No nos conocíamos con usted entonces... Y precisamente a usted debía de hablarle de esto!

Y la pobre mujer, no pudiendo resistir más, cubríase con el abanico los lacrimosos ojos, mientras doña Manuela le recomendaba la serenidad. No llore usted, Teresa; eso es lo que le gustaba al mío. Los hombres gozan haciéndonos padecer. Todo menos llorar. Cuando usted hable con Antonio, muéstrese seria y altiva. Nada de cariño; si no, los muy pillos se esponjan y se engríen. ¿Hablarle yo?

Cerré la puerta de mi gabinete, sentámonos los dos con la mesita entre ambos, y comencé a hablarle de esta manera: Ha de saber usted, amigo Neluco, que desde que volvieron a reinar el orden y el silencio en esta casa, después de muerto y sepultado mi tío, yo no en qué invertir las horas que me sobran dentro de ella... Me parecen interminables, no veo el modo de mejorarlas y me asusta lo porvenir con una perspectiva semejante.

Fue el motivo más poderoso de rencor entre los muchos que tenía contra su hermano, después de la estatura. Cándida fue a besar la mano del P. Melchor, de quien era hija de confesión, y le consoló, con el respeto, la sumisión y el cariño con que empezó a hablarle, del fracaso que acababa de experimentar.

Sin embargo, al dirigir la vista hacia la alta cruz pintada de verde y cubierta por largo velo sombrío, que se levantaba en medio del altar, entre doce hachones ardientes, sintió un brusco estremecimiento, como si Dios mismo acabara de hablarle con su gráfico lenguaje.

Calvat, por su parte, al irse pasó por delante de la habitación donde Beatriz trabajaba sentada a su ventana, aproximóse vivamente y dijo: Señora; tengo el gusto de comunicarle que en el momento en que me es dado el honor de hablarle, su marido se ocupa en leer la última carta de su amante de usted... Buenos días.

El corazón de Eppie se oprimía al pensar que su padre estaba afligido. Estaba a punto de inclinarse para hablarle, cuando una angustia violenta dominó por fin todas las que luchaban en el alma de Silas. Entonces dijo con voz débil: Eppie, hija mía, hablad. Yo no quiero impedir vuestra felicidad. Dad las gracias al señor y a la señora Cass.