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Actualizado: 24 de julio de 2025


En ese caso dijo suspirando Delaberge, apenas si me queda tiempo para hablarle de algo que le interesa mucho... Por fin, recibí anoche la respuesta de la Administración central.

Una señora está abajo preguntando por usted. Dice que necesita hablarle en seguida. ¿Una señora? replicó el P. Gil abriendo mucho los ojos. Será la señorita Obdulia. No, señor, no es ésa replicó el ama haciendo con los labios un gesto de desdén. La señora que aguarda abajo es mucho más guapa y elegante.

Ha venido aquí para hacer algunos trabajos que le ha encargado M. Rambuteau. He tenido ocasión de hablarle y me ha dicho que había sido muy amigo de mi madre y de mi padre, con lo cual he tenido una alegría grande; en su consecuencia, le he convidado a comer y he tenido la satisfacción de entrar en relaciones con él.

Os prevengo, pues, que tengo la intención de traerlo... aquí mismo, a este banco continuó, sonriendo, y hablarle, más o menos, como vos lo hicisteis con Richard. La prueba salió bien, Zuzie... sois enteramente feliz, y yo también quiero serlo. Richard, ¿Zuzie os ha hablado de M. Reynaud? , me ha dicho que de ningún hombre pensaba tan bien como de éste, pero...

Allí, con su enorme muñeca entre las rodillas y sentada en el suelo, parecía hablarle y no tardó Lady Clara en comprender que reproducía la entrevista ocurrida hacía unos instantes. Reprendió severamente a la muñeca, preguntándole sobre la duración de su estancia en la casa y acerca de la medición de los días y las semanas.

Llegaba a primera hora, acompañada de su tío, se acomodaba en una galería alta, tendía la vista por la sala, y cuando se convencía de que Juan no estaba, se volvía a casa con las lágrimas agolpadas a los ojos y la esperanza refugiada en lo más hondo del alma. No era su propósito hacerse la encontradiza, ni hablarle, ni menos reconvenirle; lo que ansiaba era verle.

En efecto, señor dijo el duque , los vizcaínos son muy hábiles y muy industriosos. A primera vista se conoce la bondad de esa arma. Pero con licencia de vuestra majestad, vengo á hablarle de un negocio muy importante. ¿Tan importante que no admite demora? De ningún modo, señor.

Escuchábale paseando por la habitación en sentido diagonal, las manos en los bolsillos, la mirada húmeda y siniestra. Tan sólo levantó la cabeza para decir con firmeza: Llévesela usted donde quiera... ¡Pero que no vea a mis hijas! No quiero que sus labios las toquen. Al obscurecer entró un criado a avisarle que dos señores que habían llegado en una carretela, deseaban hablarle con urgencia.

Le repugnaba el Carnaval madrileño, grosero y monótono, sin otros alicientes que los codazos y pisotones de la multitud, y se decidió a ir en busca de su amigo el Mosco y aprovechar de paso el viajo para hacer a su abuela una visita en su nueva casa, que era la de Zaratustra. La pobre vieja tenía deseos de hablarle, según le había a manifestado Polo la última vez que se vieron ante el fielato.

Se sintió inclinado á ceder... Pero inmediatamente borró esta debilidad con el tono firme y breve de su voz: ¡Adiós, Ulises!... El capitán no le contestó, dejando que se alejase sin la menor palabra de despedida. Se hallaba ya el piloto junto á la puerta, cuando se detuvo para hablarle con una expresión doliente y afectuosa: No temas que diga esto á nadie... Todo queda entre los dos.

Palabra del Dia

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