United States or Liechtenstein ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las riberas de una isla barríamos; quiero decir que íbamos tan cerca de ella que distintamente conocíamos, no solamente los árboles, pero sus diferencias.

No podía, por tanto, recibir aquí mucha gente y, exceptuando el señor Tragomer y el señor de Sorege, no conocíamos á sus amigos. Á los demás los veía en el círculo, en el teatro, en las carreras, en sociedad. Bien sabe usted que él iba á todas partes, que todo el mundo le invitaba y que él no se hacía rogar cuando se trataba de reír y de divertirse. Era muy vehemente, ¡Oh!

No; la escena que vuelve como una pesadilla, los personajes que sufren la alucinación de una dicha muerta, es otra cosa... Usted asistió al preludio de una de esas repeticiones... , ya que se acuerda... No nos conocíamos con usted entonces... Y precisamente a usted debía de hablarle de esto!

Y estas variaciones de juicio sucederán aun suponiendo al amigo culpable en realidad, aun olvidando el ser muy fácil que nuestra pasion ó interes nos hayan cegado lastimosamente, haciendo que no atendiésemos á los gravísimos y justos motivos que le habrán impulsado á obrar de la manera que nosotros reprendemos, haciéndonos prescindir de antecedentes que conocíamos muy bien, de la conducta que nosotros hemos observado, y en fin trastornando de tal manera nuestro juicio que un proceder muy justo y razonable nos haya parecido el colmo de la injusticia, de la perfidia, de la ingratitud. ¡Cuántas veces nos bastaria para rectificar nuestro juicio, el mirar la cosa con ánimo sosegado, como negocio que no nos interesara!

En la conversacion estuviéron todos conformes en decir que no siempre iban las cosas de este mundo á gusto de los sabios; pero sustento el ermitaño que no conocíamos las vias de la Providencia, y que era desacierto en los hombres fallar acerca de un todo, quando no vían mas que una pequeñísima parte. Tratóse de las pasiones. ¡Quan fatales son! dixo Zadig.

Nosotros la conocíamos, como todo el mundo, por la fotografía y por el grabado: nosotros habíamos contado muchas veces con el dedo sobre el papel las elegantísimas conchas de piedra que cubren su extensa fachada..... Pero hay que ver el edificio en el original, con su color y su tamaño, para formar completo juicio de su gentileza y hermosura.

La manera ingeniosa de que se valió para informar secretamente a Hales de ciertos datos que creía que sólo mi padre y yo conocíamos, el modo perspicaz y sutil cómo corroboró su propia invención, afirmando que mi padre era culpable de un crimen, y la reserva y sigilo con que ayudó a Hales para que se casara conmigo ejerciendo presión en mi ánimo, han sido verdaderas maravillas, según veo ahora, de una hábil conspiración infame.

Esto no lo podemos decir aunque nos lo prediquen nuestros Padres, porque si los dos Reyes que dicen nos lo mandan estuvieran presentes para oir nuestros ruegos, ó á lo menos fueran informados con verdad del estrecho lance en que nos han puesto sus ministros, ciertamente que como protectores de la cristiandad y piadosos Padres de nuestra pequeñez, no permitieran el riesgo en que estamos, pues ya sabemos por boca de nuestros Padres Curas que los Sumos Pontífices que dieron permiso á los Reyes de España y Portugal para conquistar las Indias Meridionales, no tuvieron otro motivo para que nos pudiesen buscar en nuestras tierras sino el fin de que lográsemos los bienes eternos de nuestras ánimas, aunque nos privásemos de la libertad en que vivíamos para sujetarnos á ser vasallos de dos Monarcas que no conocíamos y siendo esto cierto se podrá creer que estos mismos soberanos que en nuestra conquista no tuvieron otro glorioso fin que el de propagar la fe de Jesucristo y extender los dominios de la Santa Iglesia, estos mismos nos han de poner en la necesidad de malograr el carácter de cristianos y en peligro de que nos arrepintamos de haberlo recibido, por conservarlo nos sujetamos á su obediencia y por ésta estamos al presente en el riesgo de perderlo todo?

Á ver, en Limoges conocíamos á... ¡Calla! ¿pues no te acuerdas de aquella Rosa tan frescachona, que servía en el mesón de Los Tres Cuervos? ¡Aux Trois Corbeaux! Apuesto á que ya no sabes una palabra de francés, animal. ¡Qué chica aquella! Yo me enamoré como un bendito. Y yo, y otros muchos también, dijo Reno.

Todo iba como una seda para aquella feroz hormiga, cuando de súbito le afligió el cielo con tremenda desgracia: se murió su mujer. Perdónenme mis lectores si les doy la noticia sin la preparación conveniente, pues que apreciaban á Doña Silvia, como la apreciábamos todos los que tuvimos el honor de tratarla, y conocíamos sus excelentes prendas y circunstancias.