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«De lo que precede se puede inferir que el criterio de lo verdadero y la regla para reconocerlo, es el haberlo hecho; por consiguiente la idea clara y distinta que tenemos de nuestro espíritu, no es un criterio de lo verdadero, y no es ni aun un criterio de nuestro espíritu; porque el alma conociéndose, no se hace á misma; y pues que no se hace, no sabe la manera con que se conoce.

Durante el breve espacio de tiempo que duró, fué verdaderamente una horrible transformación. Pero el carácter de Dimmesdale en tal manera se había debilitado por el sufrimiento, que aun esos arranques de energía de un grado inferior no podían durar sino un rápido momento. Se arrojó al suelo y sepultó el rostro entre las manos. ¡Debía haberlo conocido! murmuró.

Creo lo mismo... pero a me gustaría tener la seguridad de que... Es un ejemplo, un por si acaso nada más. No creas que me parece mal tu plan de vida vegetativa. Yo lo adoptaría, señor; pero a su tiempo. Primo le dijo el otro mirándole con socarronería ; si quieres hijos, haberlo pensado antes. No, tonto, si no es que yo los quiera; ni maldita la falta que me hacen a chiquillos.

Dados sus celos rabiosos por aquel chico que tantos disgustos le habían costado, no podía menos de producirle un efecto desagradable. Entonces le pesó fuertemente de haberlo recibido. Pasó toda la tarde preocupada. A medida que el tiempo transcurría y se acercaba la hora en que Tristán solía regresar a casa su inquietud fue en aumento.

De pronto extendió una mano. Asiendo el brazo de su hermano, atrájole hacia y en voz baja, con el acento más lúgubre que puede imaginarse, le dijo estas palabras: ¿Ves lo que hace Zumalacárregui? Pues eso debía haberlo hecho yo. ¿No te dije que era necesario que un jefe militar se pusiese al frente de esta sagrada insurrección para organizarla?

Pues el milagro es una verdad, hija, y ya puedes comprender que nos lo ha hecho tu Don Romualdo, ese bendito, ese arcángel, que en su modestia no quiere confesar los beneficios que y yo le debemos... y niega sus méritos y virtudes... y dice que no tiene por sobrina a Doña Patros... y que no le han propuesto para Obispo... Pero es él, es él, porque no puede haber otro, no, no puede haberlo, que realice estas maravillas».

La generalidad de los hombres descienden al sepulcro, no solo sin haberse conocido á propios, sino tambien sin haberlo intentado.

Movió la cabeza con amarga tristeza, y, mirándome a través de sus lágrimas, respondió brevemente: Ya se la he dicho. Estoy casada. Sólo puedo pedirle perdón por haberlo engañado y manifestarle que me he visto obligada a hacerlo. ¿Quiere usted decir que se ha visto precisada a casarse con él? ¿obligada por quién? Por él tartamudeó.

Don Mariano supo en el día la terrible noticia. ¡El capitán Pérez estaba ad portas!... Sin perder un momento, requirió una contestación categórica de Coca... Y Coca, que no quería otra cosa, le juró que jamás había amado al capitán Pérez... Vázquez le preguntó aún: ¿Está usted segura, Coca, de no haberlo querido... y de que nunca hubiese llegado a quererlo?...

Era inclinación. Nada de disfrazar las faltas. Había hablado, sin precisar nada, de malos pensamientos, pero le parecía indecoroso e injusto para con ella misma, hasta grosero, personificar aquellas tentaciones, decir que se trataba de un solo hombre de tales prendas, y señalar los peligros que había. Pero ¿debía haberlo hecho? Tal vez.