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Actualizado: 25 de julio de 2025


Conociéndome como me conoces, comprenderás que mi objeto es de los más puros, de los más honrados. PATROS. ¿Para decir cuatro palabritas a la señorita Electra? CUESTA. Si pudiera ser hoy, mejor. PATROS. El señor ¿vuelve luego? CUESTA. Volveré, y con disimulo me adviertes... PATROS. , ... Pierda cuidado. CUESTA; PANTOJA, enteramente vestido de negro. Entra en escena meditabundo, abstraído.

PATROS. Bendito sea Dios, que de la noche a la mañana ha dado tanta felicidad a la señorita. ELECTRA. Anoche pidió mi mano. Hoy decidirán mis tíos la fecha de nuestra boda. PATROS. Y entre tanto, carta va, carta viene. ELECTRA. En estas horas de impaciencia febril, Máximo y yo no podemos privarnos de la comunicación escrita.

PATROS. Señor, muchas gracias. CUESTA. Con esto te digo que espero de ti un favor. PATROS. Usted dirá, Don Leonardo. Verás... PATROS. ¿No pone coñac? Si viene sofocado, el agua sola puede hacerle daño. CUESTA. : pon un poquito... Pues quisiera yo... no vayas a tomarlo a mala parte... quisiera yo hablar un ratito a solas con la señorita Electra.

A esto respondió la guardesa que podrían lograr sus deseos de recogerse, si se entendían con un señor muy piadoso que anda en estas cosas de asilos; un sacerdote... que le llaman D. Romualdo. «¡D. Romualdo!... ¡Ah! , ya ; digo, no le conozco más que de nombre. ¿Es un señor cura, alto y guapetón, que tiene una sobrina llamada Doña Patros, que bizca un poco?».

Estoy abrasado. DON URBANO. Al momento. A los de Yuste corresponden... un millón seiscientas mil pesetas. Al Marqués de Ronda, doscientas veintidós mil. Hay que descontar las doce mil y pico, equivalentes a los nueve mil francos... PATROS. ¿Lo dejo aquí, Don Leonardo? CUESTA. Déjalo y aguarda un instante... Un millón ochocientos... con los seiscientos diez... hacen... Ya está claro.

PATROS. Voy volando. Hoy, Virgen mía, mi ofrenda será mayor: debiera ser tan grande que dejara sin una flor el jardín de mis tíos; quisiera poner hoy ante tu imagen todas las cosas bonitas que hay en la Naturaleza, las rosas, las estrellas, los corazones que saben amar... ¡Oh, Virgen santa, consuelo y esperanza nuestra, no me abandones, llévame al bien que te he pedido, al que me prometiste anoche, hablándome con la expresión de tus divinos ojos, cuando yo con mis lágrimas te decía mi ansiedad, mi gratitud...!

ELECTRA. Chist... Lo más seguro es dejarle en tu cuarto hasta la noche. ¡Vaya, que tener yo que ir a esa maldita inauguración! Electra... ELECTRA. ¿Estorbamos, Don Leonardo?... CUESTA. No, hija mía. Me hará usted el favor de esperar un poquito... hasta que yo termine esta carta. Tengo que hablar con usted... ELECTRA. Aquí estaré, señor. PATROS. ¡Y el pelito rizado, y las patitas...!

Si recibe cartas y billetes de tanto pretendiente, es por pasar el rato y tener un motivo más de risa y fiesta. EVARISTA. ¿Pero cómo llegan a casa...? BALBINA. ¿Las cartas de esos barbilindos? Aún no lo . Pero yo vigilo a Patros, que me parece... EVARISTA. Mucho cuidado y entérame de lo que descubras... BALBINA. Descuide la señora.

Lo mismo piensa la Patros, ¿sabe? la mayor de las sobrinas. ¿Esa que me has dicho tiene el pelo entrecano y bizca un poco? No; esa es la otra. Ya, ya... Patros es la que tartamudea, y padece de temblores. Esa.

Esta es la verdadera; esta la que hemos de buscar y encontraremos con la ayuda del Sr. de Cedrón y de su digna hermana Doña Josefa, y de su sobrina Doña Patros... Usted me negará que la conoce, por hacer un misterio de su virtud y santidad; pero esto no le vale, no señor.

Palabra del Dia

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