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32 Y si tuvieres palabras, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar. 33 Y si no, óyeme a ; calla, y te enseñaré sabiduría. 1 Además respondió Eliú, y dijo: 3 Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta para comer. 8 Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres maliciosos.

En la imprenta todo anda como siempre... Como no sea por lo del cura... ¿Qué dices de imprenta? ¿Qué imprenta es esa? ¡Toma! ¿Cuál ha de ser? La nuestra, es decir, la del señor Millán. ¿De modo que el señorito trabaja también en la imprenta? Como que es el primer corretor y le dan deciocho riales, y eso que no va más que por las noches. ¿No lo sabía Vd.?

¡Pobre chico! ¿Qué culpa tiene él de que se le escape la saliva? repuso aquélla sonriendo. ¡Anda! ¿Y qué culpa tengo yo? exclamó enfurecida la otra. Mario rió la ocurrencia, irritado contra el violinista que le había impedido extraviarse por la floresta. Romadonga la amenazó con el dedo. ¡Niña! ¡niña! ¿Qué le duele a usted, D. Laureano? A nada.

La fundadora, atacada de una hilaridad convulsiva, se reía con toda su alma. Pero ven acá, pillo dijo secándose las lágrimas que la risa había hecho brotar de sus ojos , si contigo no valen buenos medios. Anda, hijo, el que te roba a ti..., ya sabes el refrán... el que te roba a ti se va al Cielo derecho. A donde vas a ir es al Modelo...

Dizele el mancebo, Todo ešto guardé dešde mi mocedad. Que mas me falta? Dizele Iešus, Si quieres šer perfeckto, Anda, vende lo que tienes, y da [lo]

La gente anda por ahí alborotada, censurando de muy viciosa y de sobrado verde, permítaseme lo familiar del vocablo, la escena en que la Duquesa trata de seducir a Ignacio. ¿Pero cómo censurar tal cosa, cuando el Año Cristiano contiene no pocas escenas bastante más crudas?

Oye, Quintín, ahora te digo, que haces bien en buscar carne fresca fuera de casa, porque tu parienta está mojama. Anda, calzonazos, échala o me marcho.

Aunque su bigote no tiene canas, se adivina fácilmente que está teñido: su rostro es el de un hombre que anda cerca de los sesenta: fisonomía bonachona, ojos saltones que se mueven con viveza, como los que poseen un temperamento observador. Viste con elegancia y manifiesta extraordinaria pulcritud en toda su persona. Al ver en la puerta a nuestra bellísima dama, la tertulia se conmovió.

Ya ve el chiquitín la tontería de meterse por nada en esos sudores le dijo Pedro el gordo. A poco andar ya era de piedra todo el camino, y se oyó un ruido que venía de lejos, como de un hierro que golpease en una roca. Yo quisiera saber quién anda allá lejos picando piedras dijo Meñique.

Y allí, al lado de Chile, entraríamos ahora al Palacio de los Niños, donde juegan los chiquitines al caballito y al columpio, y ven hacer barcos de cristal de Venecia, y las muñecas que hace el japonés, envolviendo con el palitroque alrededor de una varita las pastas blandas de colores diferentes: y hace un daimio con su sable, y un Mikado de ahora, con su levita a la francesa: ¡oh, el teatro! ¡oh, el hombre que está haciendo los confites! ¡oh, el perro que sabe multiplicar! ¡oh, el gimnasta que anda a caballo en una rueda! ¡y el palacio es de juguetes todo por afuera, desde el quicio hasta los banderines del techo!