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Este uniforme, mezcla de japonés y de alemán, quedó en una silla, bajo la mirada pensativa del héroe. La gorra con entorchados deslumbrantes y un águila de oro enorme, los bordados de las mangas y las hombreras, parecían herir su vista.

La cáustica sátira madrileña, la más sangrienta quizá que hemos conocido, hízoles bien pronto variar de nombre. Carmen Tagle, profundamente resentida, porque habiendo representado ella a la reina negra en la partida de ajedrez no se había formado ninguna guardia en honra suya, comenzó a designar a la de su rival, por su origen japonés, con el nombre de Mikado.

El chino ligero, que vive de pescado y arroz, hace su casa de tabla y de bambú. El japonés vive tallando el marfil, en sus casas de estera y tabloncillo. Allí se ve donde habitan ahora los pueblos salvajes, el esquimal en su casa redonda de hielo, en su tienda de pieles pintadas el indio norteamericano: pintadas de animales raros y hombres de cara redonda, como los que pintan los niños.

Esta nueva raza tiene demostrado que desde el claustro universitario al campo de batalla, sin dejar en claro la atmósfera ideal del arte, todo lo domina, contando con aptitudes para servir de base á una nación briosa, que tanto frente al poderío japonés como ante las colonias de explotación con que le rodean ingleses y holandeses, sea gallarda representación de la gran moralidad y extraordinarias facultades que para la colonización atesora el pueblo ibero.

Yoshi explica en diciembre de 1998: "Mi lengua materna es el japonés. Al haber realizado mis estudios de tercer ciclo en los Estados Unidos y trabajado en informática, he llegado a ser bilingüe japonés-inglés americano. Siempre me he interesado por otras lenguas y culturas, lo que me llevó a aprender ruso, francés y chino sobre la marcha.

Si lo escrito estuviese en japonés, yo me quedaría con la gana de entenderlo, porque no palabra de la lengua o lenguas que se hablan o escriben en el Japón. Sólo que los japoneses tienen muchos libros, y que algunos de ellos, novelas sobre todo, están ya traducidos en varias lenguas europeas, y particularmente en inglés, francés y alemán.

Lo que me agradaba también mucho eran los objetos del culto japonés, sus diminutos dioses de madera pintada, las casullas, los vasos sagrados y esas capillas portátiles, verdaderos teatros de muñecas, que conservan los fieles en un rincón de su casa. Los pequeños ídolos rojos están alineados en el fondo, hacia adelante pende una cuerdecita con nudos.

Debía Chichoy decir cosas terribles porque hacía gestos asesinos con su soplete y ponía cara de tragico japonés. ¡Digan ustedes que se finge enfermo porque tiene miedo de salir! Como le vea... Al maestro le atacó otra violentísima tos y acabó por suplicar á todos se retirasen. Sin embargo, prepararse, prepararse, decía el pirotécnico. Si quieren forzarnos á matar ó á morir...

Diéronme dos o tres explicaciones sobre «triunfos» y «sin triunfos», «arrastres» y «descartes», «bazas» y «honores», «tricks» y «schelems», en fin, sobre mil cosas extrañas, para tan difíciles como si me expusieran, en japonés, teoremas de mecánica celeste... Llegué a acobardarme. Pero mi amigo y compañero de club Joaquín Villalba, me estimuló de nuevo, dándome preciosos datos.

¡Ah, qué desgracia! exclamó Judit, dando al olvido, instantáneamente, el desorden de su traje. ¡Del Japón! dijo la tía con acento desesperado. ¡Y que valía lo menos quinientos francos. No tanto repuso la joven, pero era realmente japonés. Vamos, ¿está usted dispuesta? dijo Arturo, que ni siquiera había escuchado la observación de Judit. En seguida. Tía, mi chal... los guantes...