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Si no aparece cada poco tiempo un libro nuevo en los escaparates de los libreros, pensamos con terror que se nos va a olvidar, sin prever que ése es el medio más seguro para ello; porque ese público cuya atención anhelamos cautivar a toda costa es un Saturno que devora nuestros pobres libros sin digerirlos: es igual que le den a mascar carne de dioses o piedras berroqueñas.

El criterio de la verdad sobrenatural, era, entonces como hoy, el hecho sobrenatural: el milagro, esto es, el absurdo cumplido, en teología, como en teosofía, en espiritismo, curanderismo o "christian science". El milagro cristiano se realizaba contra el diablo y los dioses paganos que se suponía ser sus representantes; luego, la primera cosa ratificada por el milagro era la preexistencia del diablo, pues sin esto aquello carecía de razón de ser.

Mientras pasaban estas evoluciones, Anís preguntaba al niño: Manolito, ¿cuántos dioses hay? Y el chiquillo levantaba los tres dedos. No decía Anís, levantando un dedo solo : no hay más que uno, uno, uno. Y el otro persistía en tener los tres dedos levantados. Mae abuela gritó Anís ofuscado . El niño dice que hay tres dioses.

13 Y las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron perfumes a todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones a dioses ajenos. 14 Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió el SE

"Pero lo conozco, iay! el hombre no puede alcanzar nada que sea perfecto. Al lado de las delicias que me acercan a los dioses, es preciso que sufra el companero frio, indiferente y altivo que me humilla a mis propios ojos y que con una sola palabra reduce a la nada todos los dones que me has hecho.

El libro que tenía en la mano puedo tomarlo y dejarlo cuando se me antoje; pero á ti, primo querido, sólo te tomo cuando te quieres dar... Leía en este momento los Acarnianos de Aristófanes y me reía viendo de qué modo el poeta pinta á Pericles lanzando como Júpiter rayos y relámpagos que van á trastornar la Grecia. Ya Cratinos le llamaba humorísticamente «el padre de todos los dioses».

De igual modo los ostrogodos y longobardos reían cuando los filósofos y retóricos del Lacio pretendían doctrinarlos. Pero no es menos cierto que vuestra alegría inocente me alegra y que ruego de todo corazón á los dioses para que la prosperidad que hoy celebrais sea tan próspera como apetezco.

«¡Y qué cortinas! decía Bou tocándolas de un modo irreverente con el roten . Esta gente no gusta de tener frío. ¡Toma!, el frío se ha hecho para el pobre obrero que anda sin trabajo por las calles. Eso es, hay dos Dioses, el Dios de los ricos que da cortinas, y el Dios de los pobres que da nieve, hielo.

El pintor sevillano que con tanto entusiasmo, con tanta constancia y amor estudió aquel espíritu riente y aquella vida exuberante del renacimiento, no acudió sin embargo á los mitológicos asuntos, ni á los dioses del paganismo, como tantos otros, inspirando todas sus creaciones el sentimiento religioso de su tiempo, del que fué uno de los más acertados intérpretes en el pincel.

Sus cantos de otros tiempos no dicen con qué sentimiento de adoración celebraban las «ochenta y cuatro mil montañas de oro» que ven alzarse bañadas en luz por encima de bosques y llanuras. Para muchos de ellos, los enormes montes del Himalaya, de nevada cumbre, de grandes ríos de hielo, son los mismos dioses en el pleno goce de sus fuerzas y de su majestad.